La Real Cofradía del Cristo de las Injurias llevó a cabo el solemne ritual al descender la imagen del Crucificado desde el altar de su capilla hasta la mesa procesional, donde se prepara para salir a las calles de Zamora. El imponente Cristo de las Injurias fue bajado majestuosamente desde lo alto, surcando las bóvedas de la Catedral con un intrincado sistema de cuerdas y poleas.

Una vez en el suelo, los devotos presentes tuvieron la oportunidad de contemplar de cerca esta magnífica talla, admirando cada detalle: desde la espina clavada en su frente hasta la expresión doliente de sus heridas, reflejando las tres etapas de su vida, agonía y muerte. Verdaderamente, una manifestación de la divinidad.
Hoy la imagen fue elevada de nuevo hacia las alturas de la Catedral para, con el cuidado característico de los fieles operarios de la Real Hermandad del Silencio, regresar a su lugar más esperado: la mesa procesional.
GALERÍA DE IMÁGENES por Marcos Vicente