La sencillez de la Virgen que reconforta a los zamoranos

Vestida con luto riguroso, sus manos entrelazadas buscan consuelo en medio del dolor, mientras sus ojos tristes reflejan una profunda compasión

El origen de esta procesión se remonta a la tradición de la vela a la Virgen de la Soledad en la iglesia de la Concepción, seguida por un desfile popular que acompañaba su regreso al templo de San Juan

Procesión Virgen de la Soledad (14)
photo_camera Procesión Virgen de la Soledad (14)

Cada Sábado Santo, Zamora se detiene para contemplar la procesión de la Virgen de la Soledad, una figura que emana sencillez y devoción desde su creación en 1886 por el imaginero Ramón Álvarez. Más que una simple imagen, representa la fe y la esperanza del pueblo zamorano. Vestida con luto riguroso, sus manos entrelazadas buscan consuelo en medio del dolor, mientras sus ojos tristes reflejan una profunda compasión.

La sencillez de la Soledad transporta a aquel primer Sábado Santo en la historia, cuando María, por el precepto del Sabbat, no pudo visitar el sepulcro de su hijo. Una sencillez que sobrecoge en las calles de Zamora de una escultura que data de 1886, sustituyendo desde entonces la antigua talla que poseía la Cofradía de Jesús Nazareno.

Inicialmente, la venerada imagen de la Soledad recibía devoción en una antigua capilla cedida por el Marqués de Valverde, Conde de Torrejón y de Casa Trejo, ubicada en la iglesia de San Juan. Sin embargo, esta capilla fue posteriormente demolida, dejando únicamente el arco de acceso y una reja del siglo XVI que aún se pueden apreciar en el muro norte de la iglesia, donde ahora reposa la imagen de la Virgen.

Esta emblemática imagen es propiedad de la Cofradía de Jesús Nazareno, fundada en 1651 en honor a una cofradía anterior de la que heredó su nombre. Así, celebra su segunda procesión el Sábado Santo a las ocho de la tarde, siendo la Virgen de la Soledad la protagonista. El origen de esta procesión se remonta a la tradición de la vela a la Virgen de la Soledad en la iglesia de la Concepción, seguida por un desfile popular que acompañaba su regreso al templo de San Juan.

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