Con la llegada de la Semana Santa, las calles de Zamora se llenan de fervor y devoción, marcando el inicio de una de las celebraciones más emblemáticas de la ciudad. Pero más allá de las procesiones y los pasos que recorren las calles, la Semana Santa de Zamora se vive de manera especial desde la infancia, dejando imágenes que perduran en la memoria de quienes tienen la fortuna de presenciarlas.
En estos días previos a las procesiones, hemos sido testigos de momentos que reflejan cómo la Semana Santa se vive desde bien temprana edad. Desde las imposiciones de medallas a bebés, que apenas cuentan con unos pocos meses de vida, hasta el traslado de los pasos a la carpa, donde cada detalle cobra un significado especial.

Una de las imágenes más conmovedoras que hemos presenciado es la de un pequeño niño, de apenas 10 años de edad, que se encontraba dentro del paso durante su traslado a la carpa. Con una mirada llena de determinación y devoción, el niño quería participar activamente en la procesión, cargando el paso junto a los adultos hasta su destino final. Esta escena, cargada de simbolismo, recuerda la importancia de transmitir las tradiciones y valores desde la más tierna infancia.

Desde fuera, hacen reflexionar sobre la belleza y el significado profundo de la Semana Santa de Zamora. Cada gesto, cada mirada, conecta con una tradición arraigada en la historia y el corazón de la ciudad. Desde dentro, vivir la Semana Santa es una experiencia única y enriquecedora, que permite ser parte activa de una celebración que trasciende lo religioso para convertirse en un símbolo de identidad y comunidad.

