viernes. 19.04.2024

La vida en Zamora se nos escapa en el tiempo que transcurre de Pascuas a Ramos. Nos vamos desvaneciendo, desapareciendo. Se nos van muchos y llegan pocos. Se nos vacían los pueblos y las ciudades. El tiempo se vuelve gris y parece que siempre es otoño en nuestra provincia. Sin embargo, de Ramos a Pascuas, desde el Jueves de Pasión hasta el Domingo de Resurrección, hay vida en cada esquina. Y este año, ni siquiera hemos tenido esa vida porque fuera de nuestras casas asola la muerte.

Cristo ha salido de Santa María de la Horta con el brazo en alto señalando que la vida le vence a la muerte como Zamora le vencerá al coronavirus aunque, desgracidamente, por el camino hayamos tenido que llorar a los que fallecieron. Cristo tiñendo de rojo una ciudad que ha latido en el negro bordado de velos y mantos de Soledad, Angustias, Amargura y dolor.

Necesitaremos que vuelva a salir, auque sólo sea de corazón, dentro de unos días, cuando dejemos atrás esta pandemia, cuando vuelva la vida que él pregona, cuando abril o mayo vistan los campos zamoranos de flores y podamos escuchar una Suite Sayaguesa. Lo necesitaremos mientras nosotros seguiremos siendo una Virgen que todavía no es de la Alegría y que pena por las cuestas de la ciudad con Mater Mea o Thalberg, con el Dolor de una Madre, con Soledad. Necesitaremos que Zamora se vista de rojo Resucitado y de verde Esperanza, de los colores de la Seña Bermeja.

Todavía nos queda asimilar que no habrá Cristico de Valderrey ni Rogativa de San Marcos y que, muy probablemente, no salga la Concha a La Hiniesta, ni el Cristo de las Batallas ni se reúna la gente en Bamba. Que no habrá Virgen del Yermo por San Lázaro. Nos queda todavía asimilar lo que no vendrá cuando todavía estamos intentando darnos cuenta de lo que no ha habido. No saldrá la Virgen de la Guía y veremos si la hay de la Salud que tanta falta nos hace.

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Pero llegará, llegará el Resucitado a subir hasta casa de Antonio Pedrero a decirle que pinte un lienzo de la nueva Zamora que se pintará de rojo, de verde, del verano de nuestras vidas. Llegará para quitarnos el manto negro de nuestras cabezas como llega a la Plaza Mayor a llenar de alegría a una ciudad sumida en la tristeza de la muerte. Y habrá flores en las casas y salvas de Resurrección. Y habrá vida por encima de todo.

Llegará Jesús Resucitado a bajar Balborraz entre el ruido ensordecedor de las campanas de toda la provincia que cambiaran el sonido del viático por el de la alegría, el de la fiesta. Llenará Zamora de vida de nuevo en la semana más importante del año. Una semana que no es semana, que son diez días pero solo nueve noches porque no hay espacio entre el Miserere y la arrancada, entre un Jesús Yacente y un Jesús Nazareno.

Llegará de nuevo la Pasión, los nervios, la ilusión, los abrazos, los besos. Llegarán pero, mientras tanto, a Zamora le toca sobrevivir de Pascuas a Ramos.

De Pascuas a Ramos