
El tañido lúgubre de una enorme campana y el olor a incienso perfumaba la noche del Viernes de Dolores. En el arrabal del Espíritu Santo, centenares hermanos se disponían para acompañar hasta la Catedral al Cristo del barrio, un crucificado gótico que salía del templo abriendo de forma oficial los desfiles procesionales de Zamora.
Así abre Zamora la Semana Santa con la primera procesión, pórtico y antesala de los días que han de sucederse sin pausa, mientras la ciudad desborda los templos y las calles.
A los pies del Cristo, unos humildes cardos y los cirios de los tenebrarios encendiendo la noche de los Dolores, iluminando la estameña blanca de los cientos de cofrades que, vestidos con hábito monacal, precedían el paso de la imagen por las calles que conducen desde el barrio hasta el templo mayor, alumbrando el camino con faroles con velas encendidas.

Numeroso público esperaba la comitiva en la Cuesta del Mercadillo o en la calle del Troncoso, así como en las inmediaciones de la Catedral, en cuyo atrio tuvo lugar la intervención del coro de la hermandad que interpretó el "Christus Factus Ets". Un momento para la emoción y el recogimiento, para revivir el pasaje de la Pasión en una tierra de pasiones encendidas representadas en centenares de humildes faroles.
Después los hermanos emprendían el camino de regreso y descendían por Mercadillo hacia el templo del Espíritu Santo, a la humildad de la piedra. Y, con el cierre de puertas, acaba la primera procesión de la Semana Santa. Y los cofrades vuelven a guardar sus esperanzas hasta el próximo Viernes de Dolores donde habrá más abrazos y más dolor de pies.
Galería de imágenes por Marcos