Las Vieyas y Visparros de Triufé renuevan en 2025 sus ritos ancestrales al caer la noche

Durante el recorrido se realizan pequeños rituales cargados de simbolismo: el lanzamiento de cernada (ceniza) como representación de la fertilidad; la creación de un fuego ritual que actúa como llamada al sol para que recupere su fuerza; el sonido de los chocallos, que rompe las bajas vibraciones del invierno asociadas a las malas energías; o el uso de cuernos y cuernas, símbolos de fertilidad. Los vivos colores de los trajes rompen con la oscuridad invernal, mientras que la rueca y el fuso de la filandorra evocan el giro de la Tierra. Las rosquillas y roscas, por su parte, representan discos solares
Las Vieyas y Visparros de Triufé
photo_camera Las Vieyas y Visparros de Triufé

Las calles de Triufé volvieron a llenarse de simbolismo, tradición y misterio en la tarde-noche de ayer con la celebración, un año más, de la ancestral mascarada de Las Vieyas y los Visparros, recuperada y promocionada por la Asociación CRIOSANABRIA.

Se trata de un ritual pagano de profundo arraigo histórico en el noroeste ibérico, en el que los Visparros, representaciones demoníacas y personajes malhechores, se enfrentan a las Vieyas, figuras vinculadas a la naturaleza, la sabiduría y el carácter benefactor. El origen de esta mascarada se remonta a la cultura castreña, e incluso a épocas anteriores, como atestiguan las pinturas rupestres de mascaradas halladas en diversas cuevas de la Península Ibérica y de Francia. Posteriormente, estas celebraciones fueron adaptadas por los romanos durante las fiestas lupercales.

A lo largo de la Edad Media y hasta nuestros días, la tradición ha vivido periodos de aceptación y rechazo por parte de la Iglesia católica, incorporando con el paso del tiempo nuevos personajes como la filandorra o el galán, que enriquecen el relato simbólico del ritual.

El objetivo final de la representación es claro: las Vieyas vencen a los Visparros, simbolizando el triunfo del bien y de la luz sobre el mal y la oscuridad. Celebrada en torno al solsticio de invierno, entre el 27 de diciembre y el 1 de enero, la mascarada representa el momento en que los días comienzan a alargarse y la noche inicia su retroceso.

En la actualidad, el ritual ha adquirido un marcado carácter festivo y participativo. Vieyas, Visparros, el burro, la filandorra y el galán recorren las calles de Triufé persiguiendo a los asistentes, especialmente a niñas y niños, y deteniéndose en algunas viviendas para recibir el tradicional aguinaldo, consistente en bebidas y alimentos, principalmente productos de la matanza o huevos.

Durante el recorrido se realizan pequeños rituales cargados de simbolismo: el lanzamiento de cernada (ceniza) como representación de la fertilidad; la creación de un fuego ritual que actúa como llamada al sol para que recupere su fuerza; el sonido de los chocallos, que rompe las bajas vibraciones del invierno asociadas a las malas energías; o el uso de cuernos y cuernas, símbolos de fertilidad. Los vivos colores de los trajes rompen con la oscuridad invernal, mientras que la rueca y el fuso de la filandorra evocan el giro de la Tierra. Las rosquillas y roscas, por su parte, representan discos solares.

El ritual culmina con la expulsión de los Visparros del pueblo por parte de las Vieyas, una escena cargada de fuerza simbólica que reafirma la victoria de la luz sobre la oscuridad y marca el inicio de un nuevo ciclo en el que el día comienza a imponerse a la noche.

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