sábado. 20.04.2024
Judith Martínez
Judith Martínez

La pandemia continúa dejándonos un poso de hastío y hartazgo que el yoga pretende combatir. Esta disciplina, que busca contactar con nuestro “yo” interior y alcanzar la paz y el equilibrio mental, se ha puesto tan de moda como en su día lo hicieron las videollamadas y el teletrabajo. Unas disciplinas que, si bien vuelven a diluirse conforme los picos de contagios y los datos epidemiológicos mejoran, han llegado para quedarse y ofrecer una más que evidente ventaja para los vecinos y ciudadanos de esa llamada España Vaciada a la que la provincia de Zamora no escapa.

Judith Martínez es un ejemplo de ello. Esta joven, residente en Fermoselle desde hace año y medio, ha sabido adaptarse a las nuevas tecnologías combinando sus clases presenciales en su municipio actual y sus viajes a Fariza y Bermillo de Sayago con el poder que ofrecen la videollamadas. La idea se la dio una amiga sayaguesa que supo adaptarse en pleno confinamiento. Tras abandonar el proyecto, Judith retomó la iniciativa rescatando a aquellos grupos que la seguían de manera online desde Villaralbo.

Ni más ni menos que 53 minutos y casi 70 kilómetros que permiten salvar la distancia en coche y que supone un auténtico salvavidas para aquellas personas que no tienen la posibilidad de desplazarse y/o prefieren el entorno seguro de su hogar. Una opción que, aunque a priori no convencía a Judith, ha podido comprobar cómo se ha convertido en toda una necesidad para decenas de alumnos que semana a semana siguen sus clases, la mayoría mujeres que superan los 50 años.

Judith Martínez durante una de sus clases online

“Me lo llegas a decir hace unos años y te digo que ni loca, pero todo depende del contexto y en verdad sí que puede ser una vía para acercarnos a personas que no tienen la opción”. Judith ha conseguido en cambio solventar los inconvenientes que veía a este tipo de clases reduciendo el número de alumnos a los que atiende vía online: “Depende mucho del grupo, si es más avanzado no necesitan tanta guía, en cambio si es un grupo que se está iniciando o en el que participan personas mayores, para no agravar problemas que ya pueden presentar, lo ideal es que el grupo sea mínimo”.

Por el momento, Judith atiende a un único grupo de mujeres pero no se cierra a abrir nuevas clases a otros interesados. Asegura que aunque los beneficios puedan verse mínimamente reducidos –a diferencia de las clases presenciales en los que puede corregir in situ una mala postura o incidir más sobre un determinado movimiento- son muy parecidos. “Al final para mí el yoga es un rato que te dedicas a ti mismo, a tu cuerpo, a tu mente, a la relajación, a la respiración”.

Unos beneficios que conllevan añadidos importantes en función de las franjas de edad, contribuyendo a desvincularse un poco a la adicción al móvil entre los más jóvenes o enseñando a los de mayor edad cuáles son los hábitos adecuados para mantener sus músculos y articulaciones en mejor forma.

Judith Martínez

Yoga ‘online’, la práctica que salva distancias en la provincia