jueves. 25.04.2024
Francisco Tejedor, hijo del fallecido capitán de Infantería del Ejército de Tierra, Emilio Telejor
Francisco Tejedor, hijo del fallecido capitán de Infantería del Ejército de Tierra, Emilio Telejor

El relato de Javier Tejedor es el de miles de familiares, víctimas silenciosas de ETA durante los 50 años de vida de la banda terrorista y que aún hoy contienen el dolor ante la actual deriva política. 855 hombres, mujeres y niños, militares y civiles que se convirtieron en el blanco de esta organización terrorista que puso fin a su lucha armada en 2010 con el último atentado en territorio francés y el posterior comunicado de alto el fuego.

Un final relativo, que deja aún a decenas de terroristas entre rejas, en un ambiente de acercamiento a cárceles de Euskadi y de liberación que deriva en un sentimiento de impotencia por parte de los familiares que, décadas después, se enfrentan de nuevo al horror que en su día vivieron en sus carnes.

Un relato que hoy cobra más importancia si cabe, teniendo en cuenta que este viernes, el autor material del atentado que acabó con la vida de su padre ha salido de entre rejas. Ignacio Echevarría, alias ‘Mortadelo’, el encargado de presionar el botón que activó la bomba instalada en los bajos de un coche estacionado en la plaza de la Cruz Verde de Madrid, justo al paso de un vehículo militar que se dirigía a la sede de la Capitanía General, fue condenado a 457 años de cárcel como autor directo y material del atentado. Le cayeron otros cinco por el robo del coche bomba.

El calendario de la familia Tejedor, cuya vida cambió para siempre ese día, ha marcado una nueva fecha en rojo. El 10 de diciembre de 2021 y la salida de la cárcel de Echevarría reabren viejas heridas. “Lo sabíamos desde hace tiempo y cuando llega el día tratas de llevarlo de la mejor manera posible, pero la rabia es evidente”. El que habla es Javier, su hijo que con 23 años perdió al que era su referente, uno de los lazos que le ligaban a su pueblo (Fresno de Sayago) y, sobre todo, un ejemplo de honestidad que trató de inculcarle en vida.

Emilio Tejedor, capitán de Infantería del Ejército de Tierra, fue una de las cinco víctimas mortales que el 6 de febrero de 1992 sumaban al contador de ETA y al que hoy sus familiares recuerdan, con la indignación y el pesar de ver cómo la justicia se diluye más de 29 años después de un acto que cambió para siempre sus vidas. Llevaba 30 años destinado en la capital.Emilio Tejedor, capitán de Infantería del Ejército de Tierra.

En un día tan triste, Javier no ha podido por menos que escribirle una carta a su padre. Desde la lejanía que impone su trabajo en la capital, el hijo de Emilio Tejedor viaja a través de las palabras hasta el pueblo natal de su padre, donde reposan sus restos y donde una sencilla placa instalada en la plaza de la Iglesia recuerda su figura.

La muerte de este recordado militar sayagués supuso un triste final a las largas semanas, meses y años de miedo por parte de la familia a un atentado que, finalmente se consumó, pero supuso el inicio de una larga lucha por mantener su legado, su honor y su recuerdo ante el paso del tiempo y las actuaciones políticas. Javier lo recuerda entre apenado pero con la firmeza de sus convicciones. “Hace ya muchos años decidí luchar con las herramientas que hay que es la memoria, la justicia y que se preserve su dignidad”.

Su hijo no olvida el momento en el que fue consciente de que la desgracia se cernía sobre su familia. Fue a través de un programa de Telemadrid en el que informaban sobre el estado del tráfico. Su dolor, palpable, se transforma en sollozos al recordar que la memoria de su padre y la de otras tantas víctimas está en las manos volubles de la política. "Al final somos una moneda de cambio en función de los intereses", se lamenta. 

Placa conmemorativa a Emilio Tejedor en Fresno de Sayago

Aunque asegura que en muchas ocasiones le resulta difícil, Javier trata día a día de luchar contra la rabia que lleva acechando a su familia y a tantas otras desde hace décadas. “No debemos caer en eso, sino luchar porque haya un relato único”. Así lo mantiene en su carta, dirigida al cielo y al que le pide valor para poder explicarles con el mayor rigor posible a sus hijas quién fue su abuelo: “Lucharé con coraje y pasión contra el blanqueamiento de los verdugos que te asesinaron”.

Sin embargo, la memoria no ha estado a la altura de sus expectativas. Especialmente en la capital donde los homenajes se han reducido a una misa cada cinco años y la colocación de una placa. “Creo que el bagaje es muy escaso y a veces da la impresión de que hay que tratar de ocultar a las víctimas y su voz”.

La memoria del sayagués Emilio Tejedor, más presente que nunca 29 años después de ser...