Los futuros pueblos fantasmas de Zamora

La despoblación amenaza con borrar los pueblos de Zamora del mapa
Despoblación Archivo
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La provincia de Zamora se enfrenta a una silenciosa emergencia: la desaparición paulatina de sus pueblos. En medio de esta tierra rica en historia y cultura, se hallan localidades donde el sonido de la vida cotidiana es cada vez más raro y donde el número de habitantes ha caído a cifras preocupantes. ¿Estamos presenciando el ocaso de estos pueblos?

A medida que avanzamos en la lista de municipios con poblaciones en declive, se torna evidente que muchos enfrentan un destino similar al de otros lugares que ya están deshabitados. La Tabla y Otero de Sariegos, por ejemplo, ya no cuentan con ningún residente, mientras que otros como Castrillo de Alba o Puente Tera apenas logran alcanzar la decena de habitantes. En Villaguer la cuenta llega a cinco residentes. La realidad de la despoblación en Zamora se siente de forma tangible aquí, en una provincia cuya densidad poblacional ya es de las más bajas de España.

Pueblos como Molezuelas de la Carballeda y San Martín de Valderaduey presentan descensos que se han acelerado en los últimos años. Molezuelas contaba en 2022 con 51 habitantes, pero en 2023 ya solo quedan 47. San Martín, por su parte, ha visto cómo sus vecinos pasaron de ser 72 en 2014 a solo 48 en la actualidad, una caída que anticipa un futuro incierto.

En Vegalatrave, el impacto de la despoblación es aún más profundo. Este municipio tenía 98 habitantes en 2017, y hoy, apenas seis años después, su población se ha reducido a 77. La situación es aún más notable en Villárdiga, donde la cifra ha bajado de 77 en 2021 a 67 en 2023, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

En algunos casos, el descenso es más sutil, pero igualmente alarmante. Es el caso de Pobladura de Valderaduey, que en 2016 tenía 44 vecinos y hoy cuenta con 37. Estas cifras, aunque moderadas en comparación con otros lugares, reflejan una pérdida paulatina de habitantes que amenaza con el envejecimiento y eventual desaparición del pueblo.

Quizás el ejemplo más notable sea el de Otero de Sanabria, cuyo declive ha sido constante desde mediados del siglo XX. En 1981, Otero contaba con 95 habitantes, un número que fue disminuyendo década tras década hasta llegar a solo 24 en 2020. La historia de este pueblo es la historia de tantos otros en Zamora: una sociedad que envejece, mientras los jóvenes migran a las ciudades en busca de oportunidades y una vida más dinámica.

La posible desaparición de estos pueblos trasciende la pérdida de lugares habitados. Significa también la desaparición de una cultura y de tradiciones centenarias que difícilmente sobreviven sin personas para sostenerlas. Cada vez que un pueblo zamorano queda vacío, el eco de sus calles refleja no solo un lugar físico, sino también la pérdida de una identidad, de unos valores y de una memoria histórica.

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