“Oficio noble y bizarro entre todos el primero, pues en la esencia del barro Dios fue el primer alfarero y el hombre el primer cacharro”. Sirva esta popular quintilla para reflejar el tradicional papel que los alfareros han jugado en la historia de Pereruela, casi moldeada en arcilla desde sus inicios. Una tradición que ha sabido mantenerse -no exenta de altibajos- y que volverá a estar representada en Zamora en forma de las 2.000 cazuelas que contendrán buena parte de las raciones de sopas de ajo solidarias que se servirán en la madrugada de este Viernes Santo.
Este año, el bullicio de las cucharas y los cuencos degustando este plato se desplazará de las Tres Cruces a la plaza de La Marina y lo hará por una buena causa.
Cuna de la buena gastronomía, elemento indispensable de los alimentos locales. No son pocos los expertos y chefs que han alabado las piezas de barro que cada día se fabrican en las ocho empresas que a día de hoy se mantienen abiertas, muchas de ellas manteniendo el carácter familiar de siglos atrás. A apenas 20 kilómetros de distancia, el proyecto solidario ideado por la Diputación de Zamora en colaboración con la marca Alimentos de Zamora y la cofradía de Jesús Nazareno llevará más que nunca el sello de la tierra. Todo ello para poder dar continuidad a la obra social que la cofradía lleva impulsado desde hace años.
Un encargo que se realizó a inicios del mes de febrero. A través del Ayuntamiento de Pereruela, tres fueron las alfarerías elegidas para dar vida a las 2.000 cazuelas elaboradas con la clásica mezcla de caolín y el barro bermejo o “rojo”, una mezcla única que soporta temperaturas de hasta 1.200 grados.
Un proceso artesanal al más puro estilo de sus antepasados. Cada cazuela conlleva una media de 15 minutos de trabajo de modelado con la técnica del urdido al que hay que sumar las seis horas de cocción en el horno, unido a la serigrafía. Todo ello para cubrir un pedido de 666 cazuelas por alfarería representadas a través de La Fábrica de Pereruela, Alfarería Víctor Redondo y Alfarería Escolástica.
Un proceso de elaboración adaptada a las exigencias del proyecto y al propio hacer de cada artesano. Así, algunas de las piezas llevan una doble hornada, primero en “crudo” y posteriormente ya esmaltadas: “Se le quedan más adheridas las letras dando la sensación de rusticidad que tiene el barro de aquí. Han quedado elegantes”, comenta Víctor Redondo de la Alfarería José Luis Redondo.
Un proceso habitual en aquellas creaciones que requieren un mayor resalte de las piezas. Las cazuelas van serigrafiadas en el lateral externo con la marca Alimentos de Zamora y el guiño a la Feria Alfareruela, la cita anual de la cerámica que se realiza cada año en el municipio. “Han quedado muy bonitas, el resultado merece la pena”.
Los zamoranos y visitantes que se acerquen a las 09:00 horas al puesto instalado en La Marina podrán degustar el plato zamorano más típico de estos días y cuyo consumo es toda una tradición en la madrugada del Viernes Santo para reponer las fuerzas necesarias que permitan hacer frente a otras cuatro horas de procesión. Dos euros a cambio de disfrutar de este manjar elaborado por el chef ángel Vicente Martín y servido en estas cazuelas de barro acompañadas con una cuchara de madera personalizada y la bolsa de Alimentos de Zamora que podrán llevarse a casa.
Un encargo que ha permitido poner en valor un sector estratégico en la zona que en la década de los años 30 y 40 llegó a albergar hasta 59 alfareros. Tras sobrevivir a los estragos de un final de siglo agónico en el que sólo dos hornos permanecieron en activo, hoy Pereruela se sigue manteniendo como el pueblo alfarero por antonomasia.