Estas es una de las principales conclusiones del estudio ‘Combivacs’, el ensayo que Sanidad puso en marcha el pasado abril para que ayudase a decidir qué hacer con los casi 2 millones de trabajadores esenciales a los que se inoculó la primera dosis de la fórmula y a los que se negó el segundo pinchazo de este compuesto después de que se paralizara la inoculación de este compuesto as mediados de marzo cuando se detectaran en Europa más de 200 casos de extraños trombos, sobre todo entre mujeres recién inoculadas de entre 18 y 48 años.
Este estudio permitirá retomar la vacunación de muchos menores de 60 años y que habían recibido ya una dosis de AstraZeneca y abre la posibilidad al ministerio de Sanidad a poner en marcha la solución, que aún queda se de el visto bueno definitivo.
Los resultados preliminares del ensayo clínico 'CombiVacs', que es así ahora como se llama la vacuna astrazeneca, puesto en marcha por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), han evidenciado que una dosis de la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer produce respuesta inmune fuerte y efectos secundarios de leves a moderados en personas menores de 60 años que recibieron una sola dosis de AstraZeneca.
Esta restricción y parada en seco de la administración de la vacuna provocó que muchos menores de 60 años que habían recibido ya una dosis de AstraZeneca no pudieran recibir la preceptiva segunda inyección. Los afectados son, principalmente, personal esencial como profesores o policías.
Este ensayo se ha realizado en cinco hospitales españoles: El Vall d'Hebron de Barcelona, el Clinic de Barcelona y el Cruces de Vizcaya, La Paz de Madrid, el Clínico San Carlos de Madrid, y a su vez El Centro Nacional de Microbiología, ha participado también como laboratorio de análisis central del estudio.
Puerta abierta por tanto a que se de luz verde y a que Salud Pública autorice el cóctel de vacunas para los dos millones de trabajadores esenciales a los que se dejó sin segundo pinchazo