Tres de cada diez gasolineras francesas no disponen de combustible o tienen parte de su oferta de carburantes cerrada. Estaciones de servicio clausuradas o interminables colas de más de una hora de espera es el panorama que se repite por buena parte del país, incluida la propia capital, ante la huelga de las refinerías que ya suma tres semanas.
Los parones afectan a 85% del total de refinerías que hay en Francia: las cuatro de Exxon y las dos de TotalEnergies, por lo que la falta de combustible se torna en auténticas odiseas a la hora de buscar una estación que les permita llenar el depósito. La situación es preocupante para la población en general, pero especialmente para sectores como el de los transportes, taxis o sanitarios.
La situación es incluso peor en la región norteña Hauts de France, en la frontera con Bélgica, donde el porcentaje de estaciones cerradas alcanza el 40%.
Estas huelgas vienen motivadas por la reclamación de la Confederación General del Trabajo (CGT) que reclama una subida salarial del 10% para los trabajadores que les permita compensar la pérdida de poder adquisitivo y repartir los beneficios excepcionales que está obteniendo TotalEnergies. El Gobierno ya ha obligado a cuatro trabajadores a reincorporarse a su puesto de trabajo en las refierías situadas en la región de Normandía y no descarta ampliarlo si la huelga se mantiene.
Aunque el presidente galo prevé que la situación se normalice a lo largo de la próxima semana, emplaza a las partes -empresas y sindicatos- a sentarse a negociar.