España es un país que, además de su diversidad cultural y geográfica, posee algunas de las fronteras más curiosas y singulares del mundo. A pesar de su imagen tradicionalmente asociada a la Península Ibérica, el territorio español se extiende más allá de sus fronteras continentales, sumando varios enclaves en lugares inesperados.
Uno de los casos más llamativos es el pequeño territorio español en Francia, conocido como Llívia, ubicado a unos 2 kilómetros de la península. Este enclave alberga a unas 1,500 personas que, aunque son ciudadanos españoles, tienen al catalán como lengua principal, lo que subraya la peculiaridad de su identidad y relación con el resto del país.
Otro territorio compartido por España y Francia es la Isla de los Faisanes, cuya soberanía cambia cada seis meses. Desde el 1 de febrero hasta el 31 de julio, Francia ejerce el control de la isla, mientras que España la administra durante el período restante, del 1 de agosto al 31 de enero. Esta rotación de soberanía es un hecho excepcional en las relaciones internacionales.
Aparte de estos territorios en Europa, España mantiene una disputa histórica con el Reino Unido por Gibraltar, un pequeño enclave británico situado en la costa sur de la Península. Aunque el 99% de la población de Gibraltar ha optado por seguir bajo soberanía británica, España sigue reclamando la devolución del territorio, que fue tomado por Gran Bretaña en 1704.
Por último, en el norte de África, España posee dos ciudades autónomas, Ceuta y Melilla, y un territorio aún más pequeño, el Peñón de Vélez de la Gomera, que fue tomado en 1564. Este último, de solo 85 metros de longitud, posee la frontera terrestre más corta del mundo y sigue siendo objeto de reclamaciones por parte de Marruecos.