jueves. 25.04.2024
Barbie periodista
Barbie periodista

Desde pequeños jugábamos con una muñeca rubia, delgada, sin un kilo de grasa, con unas piernas infinitas y un cuerpo perfecto. Una realidad distorsionada en la que comenzamos a crecer y aparecen granos, caderas, celulitis y estrías.

Siempre habíamos querido ser como nuestras Barbies; tener su ropa, sus complementos y un cuerpazo. Sin embargo, la vida y los años también pasan y el estereotipo cae en picado.

Y es que, esa imagen perfecta e idílica puede ocasionar problemas como la anorexia o la bulimia. Dos jóvenes murieron por someterse a dietas o operaciones para parecerse a esta muñeca que marcó nuestra infancia.

Parece que la empresa se dio cuenta y abrió los ojos. Medio siglo más tarde comenzaron a aparecer muñecas de plástico con curvas; las proporciones anatómicas imposibles se dejaron a un lado y llegó la barbie más real. La que sí se parece a nosotras.

Muñecas altas, con caderas, en silla de ruedas, trabajadoras; barbies con siete tonos de piel, veintidós colores de ojos y veinticuatro peinados. Ahora hay barbies con profesiones que nos deberían haber enseñando a ser lo que quisiéramos ser; muñecas latinas, afroamericanas, asiáticas, curvilíneas, voluptuosas o con discapacidad, porque todas somos especiales.

Y es que, las primeras barbies surgieron con la idea de jugar a ser mamás, pero ¿y todas esas personas que no quieren serlo? Ahora los niños pueden jugar a ser periodistas, pintores, estilistas, bailarines, cantantes, veterinarios, profesores, pilotos de avión, abofados, astronautas. Lo que quieran; es lo que nos tenían que haber enseñado.

Ojalá alguien nos hubiera dicho que los cuerpos perfectos no eran unas piernas estilizadas, un vientre plano y una melena rubia, sino que todas somos perfectas tal y como somos. Una lección que los niños de ahora pueden aprender porque el principal amor, es el propio.

Barbie, del estereotipo rubio a la muñeca que lucha contra los cánones de belleza