6 de diciembre en Zamora: memoria, conquista democrática y una Constitución que pide revisión

El 6 de diciembre no es un festivo cualquiera. En Zamora, como en toda España, esta fecha sigue cargada de un significado profundo: la primera vez que los ciudadanos pudieron votar en libertad tras casi 40 años de dictadura. La jornada del referéndum de 1978 convirtió papeletas en esperanza, y urnas en símbolo de un país que dejaba atrás un régimen y se abría, con prudencia y valentía, a un futuro democrático.
Constitución
photo_camera Constitución

En aquella España que aún olía a transición, Zamora también fue protagonista silenciosa. Calles tranquilas, colas ordenadas y una generación entera acudiendo por primera vez a votar sin miedo, sin tutela y sin consignas. Era la participación real, la de quienes llevaban décadas esperando poder decidir algo tan simple —y tan difícil como se había demostrado— como su propio marco de convivencia.

Hoy, casi cincuenta años después, celebramos el Día de la Constitución con la serenidad que da el tiempo y con la lucidez que proporciona la experiencia. La Carta Magna de 1978 fue un acuerdo histórico, un pacto entre personas que venían de mundos distintos y que entendieron que España solo podía avanzar desde el consenso. Ese espíritu, tan añorado hoy, convirtió a la Constitución en un ancla de estabilidad en los años más inciertos.

Pero celebrar también implica pensar. Y pensar es reconocer que una Constitución no es un texto sagrado, sino un instrumento vivo que debe responder a los cambios de la sociedad. Tras medio siglo de democracia, España ha cambiado más que en cualquier otro periodo de su historia reciente: nuevas realidades territoriales, nuevos derechos, nuevas tecnologías, una demografía envejecida, instituciones que necesitan más agilidad y una ciudadanía más formada y exigente.

Zamora, con su voz tranquila pero firme, lo sabe bien. Una provincia que lucha contra el reto demográfico, que aspira a mayor vertebración territorial, que reclama infraestructuras, financiación justa, equilibrio entre lo urbano y lo rural y presencia institucional real. Todo ello pasa, en mayor o menor medida, por un marco constitucional capaz de adaptarse al siglo XXI.

El 6 de diciembre es, por tanto, doble memoria:
la del pasado que nos trajo hasta aquí y la del futuro que debemos construir con responsabilidad. Porque defender la Constitución es también atreverse a revisarla, actualizarla y garantizar que siga siendo útil, rigurosa y representativa.

En Zamora, donde las generaciones que vivieron la Transición aún recuerdan la ilusión de aquel voto libre, la fecha tiene un eco especial. Es un recordatorio de lo que se ganó y de lo que no se puede perder. Pero también una invitación a no quedarnos anclados en 1978. A pensar un país más moderno, más cohesionado y más justo. Una Constitución que, sin traicionar su espíritu, siga siendo herramienta de convivencia y no pieza de museo.

El Día de la Constitución no solo celebra un texto. Celebra un camino. Uno que empezó aquel diciembre de hace casi cincuenta años y que no ha terminado. Para seguir avanzando, Zamora —como España— necesita memoria, compromiso… y la valentía de actualizar lo que deba ser actualizado.

Comentarios