El COVID que vino a verme VI. Bendito sábado de alta y benditas atenciones de los sanitarios del HVC

Llegó el sábado de salida, que no la esperaba, pero resulta que mi doctora estaba de guardia ese fin de semana y los dioses se aliaron en mi favor.

Y bendito sea el san sábado en que salí de la tercera planta, planta COVID-19, reconvertida con personal nuevo, gente que mostraba su sonrisa tras la mascarilla, tras sus gafas, tras sus pantallas o al menos eso parecía. A varios pude verlos más tarde en otra visita con mi padre a la tercera planta también, cuando a cuenta de las secuelas del bicho tuvimos que pasar otra semanita por culpa de un trombo en un pulmón, pero esa es otra historia.

Las personas que me atendieron no saben lo que realmente han supuesto en mi vida, o quizá si porque no me cansaré de contarlo y agradecerlo como puedo hacerlo ahora, no aplaudiendo que eso también, sino reconociendo que su trabajo salva vidas y que ser profesional es a mayores una bendición y si es vocacional, ya la repera.

Desde el personal de limpieza hasta el último administrativo o el guarda de seguridad creo que tienen un cometido especial y es el de dar VIDA, o al menos así lo pude comprobar durante esa semana de festejos en el HVC, festejos para los negacionistas y para los que no cuidan de sus semejantes o los obvian sabiendo que son positivos y salen a la calle. Sepan que son revólveres en potencia y que ese tipo de comportamientos mata. Si mata,  y obliga a trabajar más a los que tendrían que haber tenido sus descansos a tiempo, sus vacaciones y podrían haber eliminado la carga mental de jugar a diario con la vida de ellos mismos y de sus familias.

Hace muy poco me re-encontré con David, con Nuria Rosino, con Alba la enfermera, con Marian, con la doctora Herrador, con Carmen Suan que ahora está malita, con Yolanda, con la otra Yolanda administrativa, con la chica de la limpieza, con Jose Fraile que fue el hombre que me llevó a casa en su ambulancia y me ayudó a subir un peldaño que apenas podía y con tantos y tantos otros que me dan las gracias por contar lo que pasó. "Tú que sabes como se pasa Paco cuéntalo", lo contaría mil veces con tal de salvar una vida y con tal de hacer entrar en razón a los que niegan que la pandemia mata y que todo es parte de la imaginación humana. 

Me la sopla de donde salió COVID-19 de un humano casi seguro, porque a más mala leche no lo pudo hacer, este virus ataca a los que ni sabes como pueden reaccionar, y si, claro toca a los más débiles, cosa muy humana el de exterminar y muy natural a la vez para re-seleccionar a la especie. Pero se trata de humanidad, de personas, de abuelos indefensos, y no tanto de niños y de jóvenes de 30 años que han estado en la UCI durante meses y que tendrán secuelas de por vida o al menos eso parece. Yo tengo un par ellas, mi saturación no sube de 94/95 y mis talones de Aquiles se ponen como berenjenas de vez en cuando a parte del cansancio que de repente me invade y me deja echo un "guiñapillo". Pero soy autónomo con gente a mi cargo y creo que era de ley contar la experiencia agradeciendo sobre todo a los sanitarios, a mi médico de cabecera, el doctor Montalvo que me ha llamado en tiempo de cuarentena a diario y se preocupó por mi y mi familia durante meses. 

Hoy hablaba con Marcos mi compañero de ZN que también estuvo en el HVC ingresado por lo mismo y al que le doblo la edad, y me decía, "Clavao Paco la has clavao, tengo claro que si me vuelve a pasar al menos me llevo un bote de ketchup y otro de mostaza para que al menos me sepan las comidas, y en lo del cansancio, macho solo los que lo hemos tenido...sabemos que fue". Eso me contó también el Dandi del Redoble que me crucé con él y con una de sus niñas en el súper, el cansancio y esa voz de pito que tuvimos durante meses. Superarlo es toda una suerte y que lo pueda contar otra, a todos los que me han ayudado y se han preocupado por mí gracias, mil veces gracias. 

Tras todo el momento de salida de recogida de ropa y de tratamiento que me pesaba todo y me encontraba super débil, la mirada atrás y las ganas de salir de aquel infierno, fue con aplausos también y que recordaré siempre, fue momento entonces de notar el escalofrío, de mirar atrás y ver la planta y rezar para que nadie tenga que pasar por una experiencia con un trauma que siguió durante 14 días más con pastillas en casa, con heparina, con mucho pero que mucho cuidado y sobre todo con la gana de que mi padre volviera a casa.

Él volvió 14 días después de que yo saliera del hospital, con 45 kilos de peso, descerebrado del todo, desorientado y con barba de un mes, ya viudo y con otra historia que contar, que no contará nunca puesto que no recuerda nada de ese mes en el hospital, no seré yo quien le recuerde nada solo quiero tenerlo sano y salvo en casa conmigo, y claro tengo que mientras viva a una residencia no irá, si ha de morir en casa conmigo, así será pero si yo lo pasé mal, mi Robinson Crusoe debió de ver al diablo.

Conclusión y moraleja, protéjanse protejan a sus semejantes y no esperen a que lo haga otro o a decisiones politicas, sean coherentes y cuiden de ustedes mismos será la forma de cuidar a los demás.

Ah y no se les ovide que los politicos no renunciaron a bajarse sus sueldos, que los diputados cobraron sus dietas aún sin acudir al parlamento, que los expertos no lo eran tanto y sobre todo que después de 6 meses seguimos sin haber puesto remedio y que no nos ha servido de nada el escarmiento de los más de 50.000 muertos que llevamos en esta pandemia.

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