Viernes fin de semana de por medio y o había suerte para la valoración médica definitiva o nos quedábamos en el Hospital un día o dos más. Y así fue pero con sorpresa de sábado
Viernes de finiquitar pruebas y de valoración médica de saber si el COVID-19 se estaba retirando de la lucha y si los fármacos estaban haciendo lo que debían. La valoración al mediodía y yo deseando irme a reunirme con Sara que sabía que tenía que estar aislada pero no sabíamos como hacer. "Papá tranquilo que no hay problema, tenemos sitio de sobra, habitaciones, y yo te voy a seguir cuidando todo lo bien que sepa", me hizo llorar una vez más su entereza y su arrojo, y también sabía que no estaba contagiada que su vitalidad y fuerza no podrían con ella.
Sara, nos cuidó a mi padre y a mi durante más de 20 días en los que tuvimos fiebre y perdimos hasta en mi caso 16 kilos, mi padre el pobre "pajarín"se quedó en 45, o al menos eso pesaba cuando me lo devolvieron en aquel bendito día.
Como confinarse en casa en la habitación 14 días cuando aún necesitaba agarrarme a todo para ir al baño. Pues habría que ir pensando en soluciones, que en definitiva tarde o temprano de allí saldría y ya no con los pies por delante sino andando y tieso como una vela, o al menos eso pensaba yo que iba tieso.
Pero claro no hubo suerte mis leucocitos hacían de las suyas y los parámetros para salir de aquella habitación aún no se cumplían, yo sabía que si el alta no caía el viernes, el sábado era difícil que me fuera a casa.
Inma mi médico, sabía la necesidad que tenía de salir de allí imagino que como todos los que llenábamos la tercera planta o la cuarta o la quinta o la sexta. Muchos compañeros no salieron adelante y se quedaron allí en aquellos días, unos más tiempo y otros fueron a parar a San Atilano en un momento en el que muchos de sus familiares no pudieron ni despedirse. Algo que entristece solo pensarlo pero verte solo, enfermo, agotado y sin aliento, con dolores por todas partes y con una neumonía bilateral que según el diagnóstico era por posible COVID, todo un poema.
La incoherencia del informe decía que mejora franca de la neumonía bilateral por COVID-19 y en el diagnóstico principal, Sospecha COVID. Algo que me llevó los demonios, puesto que claro estaba que podía haber estado con mi padre en la cuarta al menos esta semana y la compañía podría haber sido mucho mejor no, la mejor. Pero esas cosas de la incertidumbre, podía ser o no ser COVID....que cosas ahora que las pienso.
En fin, viernes, ganas no lo siguiente de irme de allí pero....tenía 94% de saturación y aunque no hice fiebre en ese día y la noche había sido liviana, los leucocitos y las plaquetas no daban la talla y el sábado sería el día o eso quería como el vivir.
La PCR por cierto era negativa, al igual que en la entrada en el Hospital, ambas PCR negativas increíble pero cierto. El dímero tampoco cumplía pautas, así que tocaba esperar si o si.
Día aciago, y sin ganas de nada salvo de salir de allí, Alba una de mis ángeles de la guarda me dieron los ánimos, todos diciendo tranquilo que mañana seguro vas a casa, todo saldrá bien. David también pasó para hacerme la última putadilla, la heparina, y también me dijo: "mañana a casa chaval tienes toda la pinta de que aunque encogido irás a casa".
Lo del sábado y volver a casa y poder ver a Sara, y poder acostarme en mi cama en una de las que no sacas los pies por abajo y donde dormir a pierna suelta se puede y bien: "Según es el burro así es la albarda" frase lapidaria de mi padre que se quedaría allí unos días más y que quise subir a ver pero...de eso nada contacto cero. El único contacto que tenía era el de las agujas, y los guantes de plástico y como mucho un cariñete de Alba en plan ánimo o un toquecillo de David en plan: " vamos que con esto puedes".
Me imaginaba que según iba el tema la heparina se iría conmigo a casa y un tratamiento de saco que para interpretarlo hacía falta ser medio máster, pero tenía a Sara en casa y eso me daba mucha confianza.
El sábado llegaría pronto, el alta sonaba a gloria, que llegue que llegue....