El Padre Bernardo Toribio Blanco, misionero claretiano natural de Ceadea de Aliste (Zamora), ha fallecido en las primeras horas del 10 de marzo de 2025 en el Hospital de Doctores de Diliman en Ciudad Quezón (Filipinas) a la edad de 97 años. Su vida estuvo marcada por una profunda entrega a la misión, una fe inquebrantable y un compromiso absoluto con las comunidades cristianas a las que sirvió durante más de 70 años de ministerio, de los cuales 48 los dedicó a Filipinas.
Una vida consagrada desde la juventud
El Padre Bernardo Blanco nació el 20 de noviembre de 1927 en Ceadea de Aliste, en el corazón de la comarca de Aliste, en Zamora. Desde muy joven sintió la llamada de la vocación sacerdotal, ingresando a los 12 años en el Seminario Claretiano de Segovia para iniciar su formación religiosa. Continuó sus estudios de Filosofía en Beire (Navarra) y completó su formación en Teología en el Colegio Mayor de Santo Domingo de la Calzada (Logroño), donde fue ordenado sacerdote el 3 de mayo de 1953.
Primera misión en Guinea Ecuatorial
Su primera experiencia misionera lo llevó a Guinea Ecuatorial en 1954, donde trabajó junto al Padre José María Viñas durante 22 años. Ambos desarrollaron una intensa labor pastoral y de formación de seminaristas en Banapá. Sin embargo, la llegada de la dictadura en Guinea Ecuatorial en 1968 complicó gravemente la situación para la Iglesia. En 1976, el P. Blanco fue expulsado del país junto con otros 52 sacerdotes y 200 religiosas extranjeras debido a las restricciones impuestas por el régimen.
La etapa filipina: entrega y resiliencia
Tras regresar a España y pasar siete meses a la espera de un nuevo destino, el P. Blanco fue enviado a Filipinas el 25 de febrero de 1977. Allí comenzó su labor pastoral en Bolong, Zamboanga City, donde trabajó junto al P. Eugenio Pérez en el ministerio juvenil y promoviendo la devoción a la Santísima Virgen María. Posteriormente, fue destinado a las Misiones Claretianas de Basilan, donde ejerció como párroco de la Parroquia del Inmaculado Corazón de María en Maluso.
Fue en Basilan donde vivió uno de los episodios más duros de su vida. El 18 de marzo de 1993, fue secuestrado por extremistas musulmanes afiliados al grupo terrorista Abu Sayyaf. El P. Blanco permaneció 49 días en cautiverio, hasta que logró escapar en una acción que captó la atención internacional. Su entereza y fe inquebrantable durante esta dura prueba fueron reconocidas ampliamente, consolidando su imagen como un símbolo de resistencia y compromiso misionero.
Un referente espiritual en Filipinas
Tras su liberación, el P. Blanco fue nombrado Director Espiritual en el Seminario Claretiano de Ciudad Quezón en 1994. Posteriormente, pasó a la comunidad donde se formaban los futuros misioneros claretianos, primero como Superior Local y más tarde como Director Espiritual. Su presencia y guía marcaron a generaciones de jóvenes misioneros claretianos, que lo reconocen como un referente de fe y entrega. Además de su labor en el seminario, el P. Blanco también fue director espiritual de varias comunidades religiosas femeninas en Filipinas, dejando una huella imborrable en la Iglesia local.
Un legado de fe y valentía
El P. Bernardo Blanco afrontó con firmeza las pruebas y adversidades de su vida. Desde su expulsión de Guinea Ecuatorial hasta su secuestro en Filipinas, nunca renunció a su misión ni a su fe. Su devoción a la Virgen María fue una constante en su vida y fuente de fortaleza en los momentos más difíciles.
El P. Blanco deja un legado de servicio, humildad y valentía que trasciende fronteras. Su vida fue un testimonio de entrega total al Evangelio y de amor a las comunidades a las que sirvió.
Desde su Zamora natal hasta Filipinas, pasando por Guinea Ecuatorial, el P. Bernardo Blanco CMF deja una huella imborrable en la historia de la misión claretiana.
Muchísimas gracias, Padre Blanco