Hace años, su familia creó la marca Douroliva para comercializar el aceite elaborado con los olivos centenarios plantados por generaciones anteriores. Aunque en su familia siempre se había producido aceite para consumo propio y como regalo, el éxito de estos obsequios llevó a Alberto a pensar que, cuidando al máximo la elaboración, podrían venderlo. Ahora sus sueños se hacen realidad y tras el arduo trabajo, Alberto Díez Ramos es uno de los emprendedores más destacados de la provincia de Zamora, conocido por su confianza en nuestro diario y por invitar cada año a probar las nuevas añadas de sus aceites nos lleva a su museo y nos enseña como se gestó el mismo.
El proyecto surge tras conocer la puesta en venta de la almazara, una de las más emblemáticas de la villa y que fue adquirida por la familia para darle un final más que importante, convertir en un museo un montón de ruinas.
Como habla Alberto de su proyecto y la insistencia en que todo el mundo vea el museo es algo que delata lo que hay tras los sueños, las realidades. Cada sección y cada una de las partes de la Almazara que recrean una parte del proceso de la realización final del aceite de oliva, llevan al visitante a conocer de primera mano a través de fotografías, artefactos y aparataje la elaboración de ese oro líquido que tiene un iva reducido en este momento por el gobierno ya que el incremento que tiene en estos momentos de crisis debido a la guerra de Ucrania y a los demás aspectos económicos haría peligrar su existencia.
Alberto cuenta con detalle como ha ido la obra el tiempo invertido y también cuenta a veces que se ha escaqueado gracias a sus padres que siempre han estado ahí para poder tirar de un proyecto convertido en realidad y que ahora sirve y servirá para que desde el más pequeño pueda aprender y el mayor rememore años atrás. Los carteles explicativos, las animaciones, las fotografías y las diferentes herramientas hacen que todo sea real y como un juego para niños.
La maquinaria ha llegado desde varios lugares de España, han trabajado mucho y bien en poder recuperar un verdadero museo de oportunidad para todos. El agua vital en el proceso de producción también está presente así como las sillas de espera y las curiosas maquetas realizadas también para el propio museo.
En la primera cosecha de la historia de Douroliva se lanzó un montante de cerca de 200 botellas, coincidiendo con la Semana Santa, y lograron una aceptación inmediata, Alberto ahora todos los años nos manda su aceite del año para probarla algo que agradecemos siempre públicamente. El punto de partida para desarrollar una pequeña empresa familiar en la que cada miembro aporta su granito de arena lleva al éxito y que su aceite sea premiada en decenas de concursos internacionales.
Tomás, el padre de Alberto, trabaja los olivos, siguiendo métodos tradicionales. El cultivo en Fermoselle se sabe que se realiza en bancales y pequeñas parcelas, típico de los Arribes del Duero, una forma de trabajar que requiere trabajo manual debido a la imposibilidad de usar maquinaria, incluso para la recolección de aceitunas en lugares de difícil acceso.
La recolección de aceitunas, comienza a principios de noviembre, y es un esfuerzo colectivo necesario para asegurar la calidad del fruto. El objetivo es recoger las aceitunas en su punto óptimo de maduración y llevarlas a la almazara el mismo día. Empezaron con 400 olivos y actualmente explotan más de 1.500, con ofertas constantes para recuperar árboles perdidos.
La selección del fruto se realiza sobre el terreno, destinando las mejores aceitunas para la elaboración de aceite premium. Las aceitunas se recogen en cajas para evitar cualquier deterioro. La molturación, en frío y solo mediante procedimientos mecánicos, se realiza en almazaras cercanas como Ahigal (Salamanca) o Bemposta (Portugal), respetando la molienda separada de cada cosecha. El aceite resultante, almacenado en depósitos de acero inoxidable en Fermoselle, se envasa en botellas de cristal oscuro según la demanda.
Douroliva produce anualmente entre 2.300 y .500 litros de aceite de oliva virgen extra monovarietal manzanilla, caracterizado por su baja acidez y alto contenido en ácido oleico. El aceite, de color amarillo oro, es limpio y brillante, con un aroma afrutado, toques de manzana verde, y un sabor robusto, dulce y persistente.
Además del aceite de oliva virgen extra, Douroliva ofrece aceites condimentados con ajo, orégano, tomillo, romero y guindilla, así como productos gourmet como jalea de aceite de oliva, paté de aceituna y caviar de aceite de oliva virgen extra. Su Avoe es conocido también desde hace años y un verdadero tesoro de sabor con una simple miga de pan o con un huevo frito en su esencia vital.
Con una producción limitada, el mercado de Douroliva es principalmente nacional. Tiendas gourmet y pequeños establecimientos en Zamora, León, Valladolid, Barcelona y Galicia venden sus productos. Los restaurantes también están reconociendo el valor de su aceite de calidad, elaborado con esmero y dedicación.Pero ya es tiempo de exportación, y sabemos que hasta en Japón se consume, también en Francia donde se ha abierto una línea de comercialización.
Alberto Díez, responsable de los últimos pasos del proceso y de la parte comercial, se muestra orgulloso de los logros de Douroliva en sus años de existencia. La marca ha avanzado mucho y sigue creciendo, llevando el sabor auténtico del aceite de oliva virgen extra de los Arribes del Duero a todo el país. Ahora con su museo del aceite, todo será distinto, y habrá tiempo hasta de catar en directo las cosechas de este verdadero gurú del oro líquido de la comarca follaca. Alberto quiere fomentar el aprendizaje también y por ello invitará en breve a colegios y a vecinos productores de otros productos para que muestren en este museo sus
