El vino de toro que descubrió América

Desde las carabelas de 1492 hasta el prestigio mundial actual
Ferias de vino
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Unos vinos de cuerpo robusto y carácter resistente fueron los primeros en cruzar el Atlántico junto a Cristóbal Colón en 1492. La Denominación de Origen Toro, situada en la región de Zamora, ha sido una referencia histórica desde entonces, marcando una de las travesías más trascendentales de la historia: el descubrimiento de América.

En el siglo XV, el clérigo y arzobispo Fray Diego de Deza, oriundo de Toro y confesor de la Reina Isabel la Católica, jugó un papel crucial en la expedición. Como figura de confianza, Deza fue uno de los intermediarios que facilitaron el apoyo real a Colón, y no solo respaldó la travesía hacia el Nuevo Mundo, sino que también veló para que las bodegas de las carabelas, la Niña, la Pinta y la Santa María, incluyeran el vino de Toro. Este vino, caracterizado por su alta graduación alcohólica y su resistencia, se convirtió en una elección idónea para soportar las duras condiciones del viaje transoceánico y acompañar a los marineros en la travesía.

Una de las anécdotas pintorescas de esta conexión histórica es el origen del nombre de la carabela La Pinta, supuestamente inspirado en la medida de vino que se empleaba en Toro, reflejando la importancia del vino en la cultura y en las rutas de exploración de la época.

Hoy, cinco siglos después, la Denominación de Origen Toro continúa manteniendo su reputación como una de las mejores regiones vitivinícolas del mundo. Con vinos de carácter profundo y gran calidad, ha conquistado paladares internacionales, afianzando su lugar en la historia no solo como el vino que descubrió América, sino también como uno que sigue traspasando fronteras y deleitando a amantes del vino en todo el mundo.

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