Recetas: Buñuelos, huesos de santo y reunión familiar: Zamora saborea la tradición de Todos los Santos

El calendario marca noviembre y, con él, vuelve una de las fechas más arraigadas en la cultura española: Todos los Santos. Una jornada de memoria y respeto en la que miles de familias viajan desde todos los rincones del país para visitar cementerios, honrar a quienes ya no están y reencontrarse alrededor de una mesa que, estos días, cobra un sentido especial.

Zamora no es una excepción. El Camposanto de San Atilano, convertido en punto neurálgico durante este puente, volverá a llenarse de flores, silencios, pasos pausados y recuerdos compartidos. Pero, mientras la ciudad reverencia su pasado, la gastronomía pone sabor al presente.

Buñuelos, huesos de santo y tradiciones
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Buñuelos, huesos de santo y reunión familiar: Zamora saborea la tradición de Todos los Santos

🍬 Huesos de santo: el dulce que revive a los muertos

No hay Todos los Santos sin huesos de santo, un dulce centenario elaborado tradicionalmente con mazapán y relleno de yema, aunque hoy encontramos versiones de café, chocolate, trufa, limón o naranja. En Zamora, las pastelerías exhiben estos pequeños cilindros como si fuesen joyas del obrador.

Su historia se remonta a siglos atrás, y cada año parece renovar su lugar en el corazón —y en la mesa— de los zamoranos. Su precio ronda los 24 €/kg, pero en estas fechas nadie quiere quedarse sin probarlos.


☁️ Buñuelos de viento: cuando la tradición se hace bocado

Los buñuelos de viento, esponjosos y rellenos de crema, nata o trufa, son otro clásico del puente. Su nombre no es casual: la masa se infla al freírse, dejando un interior casi hueco… o mejor dicho, listo para ser conquistado por el relleno.

En Zamora son objeto de culto repostero, y cada año las pastelerías compiten en textura, tamaño y suavidad, provocando peregrinaciones gastronómicas comparables —en broma y verdad— a una procesión dulce.


🌰 Castañas: humo, brasas y otoño

Otro protagonista silencioso es la castaña, cuyo precio se ha disparado esta campaña superando en algunos puestos los 7 euros/kg. Aun así, la tradición resiste: las primeras castañeras ya asoman tímidamente en Santa Clara, con su brasero y su cono de papel, anunciando que el otoño ha entrado oficialmente en escena.

El aroma a castaña asada es, probablemente, uno de los olores más nostálgicos de estas fechas.


👪 Volver a casa

Pero si hay algo característico de Todos los Santos es el regreso familiar.

Miles de desplazamientos recorren España para:

  • visitar tumbas,

  • adecentar lápidas,

  • llevar flores,

  • compartir sobremesas,

  • y, sobre todo, recordar juntos.

Porque la ausencia pesa menos cuando se comparte.

🕯️ Zamora: tradición que no caduca

Junto al dulce y la familia, Zamora sostiene con firmeza rituales que en otros lugares ya han desaparecido:

  • la Procesión de Ánimas, rezando el rosario entre tumbas a la luz de antorchas,

  • el homenaje militar a los caídos,

  • y la representación de Don Juan Tenorio en el cementerio, ambientando la noche con versos inmortales sobre vida, muerte y perdón.

Un repertorio cultural único en España que convierte el puente en una experiencia sensorial y espiritual.

🥣 Recetas que se heredan

En muchas casas zamoranas, estos días se desempolvan apuntes familiares:

  • buñuelos caseros fritos en cazuela vieja de hierro,

  • huesos de santo artesanales con yema cocida,

  • pucheros de cuchara que entibian la cocina,

  • y cafés eternos de sobremesa.

La gastronomía actúa como codificación emocional, recordándonos que cocinar es celebrar.

Entre lo dulce y lo eterno

Las calles huelen a flores, pastelería, humo y memoria. Es tiempo de escuchar anécdotas repetidas, de mirar fotos antiguas, de sonreír a quien falta a través de quien queda.

En Zamora, Todos los Santos no es un día cualquiera: es tradición y azúcarrespeto y sobremesacementerio y casaayer y hoy. Ahhh y también calefacción antes el 1 de noviembre era el día en el que las calefacciones centrales arrancaban su temporada.

Y mientras los buñuelos desaparecen de la bandeja con la velocidad de un suspiro, la ciudad recuerda algo esencial: solo muere quien es olvidado.

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