Pero las instituciones han dado carpetazo afirmando que “hay otras prioridades”. Por esas prioridades se entiende que se refieren al Museo de Semana Santa, el Museo de Baltasar Lobo y el Museo de Tapices. ¿Qué tienen en común esos tres proyectos? Que llevan treinta años esperando a su puesta en marcha sin que se haya puesto ni un solo ladrillo. Si los proyectos prioritarios se demoran décadas, qué pasara con los que no lo son.
La política de apuesta por el arte y la cultura de las instituciones zamoranas es un fracaso total, y de las iniciativas de los ayuntamientos hemos de indicar que están a la espera de verse realizadas principalmente por la falta de apoyo por parte de la Junta de Castilla y León, que es la institución que tiene atribuida la mayor capacidad competencial en materia de cultura.
Por otro lado, Zamora es una provincia que en el último siglo ha perdido numerosas obras de arte por expolios o ventas de legalidad muy dudosa. Recientemente pudimos ver cómo salía a la venta una tabla del retablo gótico de Fuentelcarnero. Ninguna institución hizo nada por recuperarla para nuestra tierra, pero es un ejemplo de un largo número de oportunidades que las instituciones que deberían velar por la cultura y el patrimonio zamorano dejan pasar, y que con casi total seguridad no volverán. ¿Cuántas obras de arte de nuestro patrimonio ha recuperado la Junta de Castilla y León para Zamora en la última década? Ninguna, mientras en otras comunidades autónomas sabemos que sí se apuesta por ello.
Otro ejemplo es el Castillo de Alba, espectacular conjunto medieval que fue de la orden militar de los templarios que se cae año tras año a cachos sin que la Junta haya puesto ni un euro de los que comprometió. Los castillos de Alaejos, Urueña y Tiedra, en Valladolid, han tenido mejor suerte en los últimos dos años, rehabilitados por la Junta de Castilla y León.
Por tanto, la pérdida para Zamora de la colección de Lluís Bassat nos sorprende, pero no tanto. En Zamora Decide exigiremos que la Junta haga justicia con nuestra tierra también en materia cultural, pues la apuesta por nuestro patrimonio es también una forma de hacer frente a la despoblación, fomentando el turismo y la creación de puestos de trabajo.