Orígenes de un cuerpo legendario
Ya en la Edad Media, la ciudad –conocida como la bien cercada– fue clave en guerras fronterizas. Los reyes acudían a Zamora para reclutar tropas, aprovechando su posición estratégica. No es de extrañar que, en plena época imperial, de esta tradición surgiera uno de los tercios más célebres de España: el Tercio Viejo de Zamora.
La creación formal del Tercio de Zamora se remonta a 1580. Aquel año, el maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla reunió en Zamora unos 3.000 soldados organizados en 12 compañías
La leva se hizo en la propia Plaza Mayor zamorana, bajo los pliegues de la bandera local, la Seña Bermeja, símbolo de la ciudad.Muchos oficiales iniciales fueron nobles y regidores zamoranos elegidos por sorteo, demostrando la implicación directa del Concejo local en el esfuerzo militar. Así nació el tercio que, desde sus primeras campañas, se destacó por su lealtad y bravura, al punto de ganarse el sobrenombre de “El Fiel” por sus servicios a la Corona..
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Zamora y su tercio legendario: el papel clave de los soldados zamoranos en las grandes gestas del Imperio Español
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Del milagro de Empel a Rocroi: el Tercio Viejo de Zamora, símbolo de lealtad y orgullo zamorano
Hazañas en los siglos XVI y XVII
El milagro de Empel (1585) – Durante la durísima campaña de Flandes, el Tercio zamorano protagonizó uno de los episodios más famosos de la historia militar española: el Milagro de Empel. En diciembre de 1585, las compañías de Zamora, mandadas por Bobadilla, quedaron cercadas por las aguas en la isla de Bommel (Países Bajos) y acosadas por una flota holandesa muy superior en número. Ante una situación desesperada de asedio, hambre e inundaciones, los españoles rechazaron rendirse y afirmaron que “preferían la muerte a la deshonra”. Según las crónicas, al cavar trincheras encontraron enterrada una tabla con la imagen de la Virgen Inmaculada y lo tomaron como señal divina. Bobadilla y sus soldados juraron entonces combatir hasta vencer o morir, proclamándose “Soldados de la Virgen Concebida sin Mancha”

Milagrosamente, aquella noche un frío intenso heló las aguas, permitiendo al tercio lanzar un contraataque sorpresivo. Al amanecer del 8 de diciembre de 1585, los zamoranos rompieron el cerco contra todo pronóstico, obteniendo una victoria increíble que fue atribuida a la intercesión de la Virgen. Desde entonces la Inmaculada Concepción sería venerada como patrona de los tercios españoles (hoy Infantería Española) cada 8 de diciembre, en recuerdo de la salvación de Empel.
Las gestas del Tercio Viejo de Zamora se sucedieron a lo largo del siglo XVI y XVII, forjando su leyenda. Tras contribuir a la incorporación de Portugal a la Monarquía Hispánica (1580-1583), el tercio combatió intensamente en los Países Bajos durante la Guerra de los Ochenta Años. Su valor en numerosos sitios y batallas le mereció honores y el citado apelativo de “El Fiel”, con el lema “La patria es mi norte, la fidelidad mi divisa” bordado en su bandera
Incluso en la adversidad mantuvieron su fama: en la desastrosa batalla de Rocroi (1643), donde el ejército español fue derrotado por los franceses, los zamoranos protagonizaron la resistencia final. Formando el centro de la infantería española, el Regimiento de Zamora soportó hasta el último momento el embate enemigo, rehusando rendirse cuando todo estaba perdido
Cuentan las crónicas que su jefe, el conde zamorano de Fuentes, aquejado de gota, se hizo llevar en una silla al campo de batalla para dirigir a sus hombres; estos “perdieron la vida antes que sus posiciones”
Aunque Rocroi supuso una derrota para España, la resistencia heroica del tercio zamorano quedó grabada como ejemplo de disciplina y entrega absoluta.
Del tercio al regimiento: siglos XVIII y XIX
Con la llegada de los Borbones al trono español, los antiguos tercios fueron reorganizados en regimientos. El glorioso Tercio Viejo de Zamora pasó a denominarse Regimiento de Infantería Zamora en 1715, conservando en los papeles su identidad (primero sin número fijo, luego identificado con el nº8)
Pero el cambio administrativo no apagó su protagonismo en la historia militar. En el siglo XVIII, este regimiento siguió acumulando campañas: participó en la Guerra de Sucesión Española (donde sufrió duras bajas, por ejemplo en la derrota de Ramillies, 1706) en expediciones a Italia y en la defensa de plazas norteafricanas. Bajo el reinado de Carlos III, estuvo destacado en Melilla durante el asedio marroquí de 1774-75, contribuyendo a rechazar con éxito las ofensivas del sultán sobre los presidios españoles
Poco después, el Regimiento de Zamora cruzó el Atlántico y luchó también en América contra las primeras insurrecciones coloniales, sofocando rebeliones locales en territorios como México en la década de 1780
De este modo, soldados zamoranos servían no solo en Europa sino en ultramar, llevando su disciplina allí donde se les necesitase.
A finales del XVIII y comienzos del XIX, España afrontó las convulsiones de las guerras contra la Francia revolucionaria y napoleónica. El Regimiento Zamora formó parte del contingente enviado por Godoy en apoyo de Napoleón antes de que estallara la Guerra de Independencia. Destacado en el norte de Europa junto a otros cuerpos españoles, fue testigo de la campaña de Dinamarca y de la toma de Stralsund en 1807
Sin embargo, al conocerse en 1808 que España se alzaba contra la ocupación francesa, aquellos soldados lejos de casa no dudaron dónde estaba su lealtad. Los oficiales españoles lograron contactar con el Ejército Expedicionario (División del Norte) y coordinaron un audaz plan de escape: sublevaron las guarniciones en las islas danesas y se apoderaron de los puertos para poder embarcar de regreso
El mariscal francés Bernadotte, admirado hasta entonces del valor de los veteranos zamoranos, intentó disuadirles “con halagos, súplicas ni exhortaciones” –e incluso ofertas materiales– para que no desertaran. Todo fue inútil: la fidelidad a España pesó más. Unos 9.000 soldados españoles, entre ellos los del Tercio Viejo de Zamora, consiguieron reembarcar y regresar a la Península a tiempo para unirse a la lucha por la independencia nacional
Ya en suelo patrio, el Regimiento de Zamora combatió en varias acciones de la Guerra de la Independencia (1808-1814), manteniendo su reputación de coraje a pesar de las enormes pérdidas que sufrió en campaña.
En las décadas posteriores, el Regimiento continuó activo en los avatares españoles del siglo XIX. Tomó parte en la Primera Guerra Carlista (1833-40), destacándose en la zona de Cataluña donde sus batallones lograron importantes victorias sobre los carlistas
Igualmente, participó en expediciones y guerras de ultramar ya en la etapa final del siglo: por ejemplo, unidades del Zamora fueron enviadas a Cuba durante las guerras coloniales, cumpliendo con su deber hasta la evacuación final en 1898. En todos estos conflictos, desde las batallas napoleónicas hasta las contiendas civiles, los soldados zamoranos dejaron constancia de la disciplina, fortaleza y amor patrio heredados de su viejo tercio.
Un legado que pervive en la identidad zamorana
Han pasado los siglos, pero la impronta del Tercio Viejo de Zamora sigue viva en la memoria e identidad local. Zamora, cuna de aquel cuerpo legendario, atesora un orgullo profundo por sus soldados y por las gestas que inscribieron el nombre zamorano en la historia de España. La propia Seña Bermeja, bandera municipal con ocho franjas rojas, simboliza victorias fundacionales de los ancestros zamoranos –según la tradición, representa las ocho victorias del caudillo lusitano Viriato contra Roma, a las que se añadió una franja verde por los servicios de Zamora en la batalla de Toro (1476)
Este estandarte único ondeó sobre las levas del siglo XVI y sigue ondeando hoy en el escudo de la ciudad, recordando ese carácter heroico e indómito asociado al zamorano. Del mismo modo, cada 8 de diciembre, cuando el ejército celebra a su patrona la Inmaculada, Zamora rememora con especial emoción aquella hazaña de Empel en la que sus antepasados fueron protagonistas.En la Zamora actual, existen calles, monumentos y eventos que homenajean a sus héroes militares. La historia del Tercio Viejo de Zamora se difunde en obras locales y es motivo de estudio y difusión cultural, fortaleciendo el sentido de pertenencia. Para los zamoranos, saber que sus tierras aportaron uno de los pilares de los legendarios tercios españoles es ese legado de lealtad y valor –forjado desde las murallas medievales hasta los lejanos campos de Flandes y el Ebro– se ha integrado en la identidad zamorana. En definitiva, la memoria del Tercio Viejo de Zamora no es solo un capítulo glorioso de la historia de España, sino también un estandarte de identidad local, un recordatorio de la valentía de un pueblo que, siglo tras siglo, hizo de la fidelidad su divisa y de la patria su norte.

La Bien Cercada, la que no se tomó en una hora no solo vivó de gestas importantes, fueron los propios zamoranos los que crearon un verdadero clima de lucha y en los libros de historia el nombre de Zamora resuena como una lucha constante, ahora la gran despoblada, la desconocida perfecta se bate en duelo con una sociedad que anula una historia rica en acontecimientos que cambiaron la historia de España, Desde Viriato a nuestros días Zamora ha de ser un baluarte para los que se sienten orgullosos de ser zamoranos.
Fuentes: M. de Barrio Folgado, “Historia del Tercio y Regimiento de Zamora” (1903) y otras referencias históricas citadas en el texto.