El legado del editor, poeta e inventor Alejandro Finisterre, fallecido en Zamora, cobra protagonismo en el artículo del profesor José Manuel González Freire, publicado en el portal Ser Histórico. La biografía recorre la apasionante vida del principal editor en México del poeta León Felipe, así como su papel clave en la difusión de la literatura del exilio español.
Una vida marcada por la creatividad y el exilio
Alejandro Campos Ramírez, conocido como Alejandro Finisterre, nació en Fisterra, A Coruña, en 1919. Su vida estuvo marcada por su amor a la literatura y la constante reinvención. Desde su juventud en Madrid, trabajó como corrector, aprendiz de imprenta y hasta bailarín de claqué, mientras desarrollaba su faceta creativa y política.
Durante la Guerra Civil Española, un bombardeo lo dejó herido y fue trasladado a un hospital en Barcelona, donde ideó su primer invento: un "paso de hojas mecánico" para ayudar a músicos. Fue en esta época cuando creó el futbolín, junto al carpintero vasco Francisco Javier Altuna, con el objetivo de ofrecer una alternativa de entretenimiento a los niños heridos de guerra.
Un editor al servicio del exilio español
Tras la guerra, Finisterre sufrió detenciones y vivió en distintos lugares hasta exiliarse definitivamente. En París colaboró con la revista L'Espagne Républicaine y publicó entrevistas a figuras como Picasso y Carmen Amaya. En 1948 se trasladó a Ecuador y luego a Guatemala, donde perfeccionó su futbolín y fundó una juguetería, pero su éxito se vio truncado por el golpe de Estado de Castillo Armas en 1954.
Su activismo político y su amistad con Ernesto "Che" Guevara lo llevaron a ser secuestrado y deportado a España, pero logró desviar su avión a Panamá, convirtiéndose en uno de los primeros secuestradores aéreos de la historia. Desde allí, se trasladó a México, donde encontró su lugar definitivo en el mundo editorial.
El guardián de la obra de León Felipe
En México, Finisterre fundó la Editorial Finisterre y la revista Ecuador 0°0´0´´, con la que publicó a numerosos poetas del exilio español. Se convirtió en el principal editor de la obra de León Felipe, con quien mantuvo una profunda amistad. Tras la muerte del poeta, organizó en 1973 un gran homenaje en el Bosque de Chapultepec, reuniendo a destacadas figuras del exilio y la cultura.
Su labor editorial continuó con la publicación de la colección "Perspectivas Españolas", donde recopiló la obra de intelectuales republicanos como Américo Castro y Francisco Ayala. En 1975, su nombre apareció en carteles universitarios en España por versos publicados en la "Colección León Felipe", lo que provocó su detención por el Tribunal de Orden Público. Sin embargo, tras la muerte de Franco, fue liberado bajo la amnistía general.
Un legado literario y cultural
Durante la Transición, Finisterre alternó su residencia entre España y México, consolidando su labor como editor y defensor de la memoria del exilio. Su trabajo con escritores y poetas lo convirtió en una figura clave para la literatura republicana. A pesar de las adversidades, dejó un legado imborrable en la historia cultural hispana, destacando por su ingenio, pasión literaria y compromiso político.