La fiesta también tiene hora de cierre: el toque de queda a las 5 ahoga la alegría en los pueblos

Y mientras el ocio nocturno rural se recorta, también lo hace el acceso a servicios esenciales: trenes con frecuencias reducidas, atención sanitaria cada vez más lejana, cobertura deficiente y recursos educativos menguantes
villaralbo fiestas cena y electromoon_12
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En la Zamora rural, donde cada fiesta es un acto de resistencia contra la despoblación y el olvido, la imposición del cierre obligatorio a las 5 de la mañana por parte de la Junta de Castilla y León se ha convertido en otro golpe a la libertad de los pueblos. Una medida implantada el pasado año que, si bien puede entenderse desde una óptica reguladora, deja un sabor amargo entre vecinos y visitantes que ven en sus fiestas patronales el único respiro del año.

La jornada laboral, el calor y las obligaciones diarias hacen que las noches festivas sean el momento para encontrarse, para bailar, para vivir. Pero ese momento se ve ahora limitado por una norma que no distingue entre grandes núcleos urbanos y pequeñas localidades que, precisamente, se sostienen en la fuerza de su comunidad y sus tradiciones.

Y mientras el ocio nocturno rural se recorta, también lo hace el acceso a servicios esenciales: trenes con frecuencias reducidas, atención sanitaria cada vez más lejana, cobertura deficiente y recursos educativos menguantes. A todo eso, se suma ahora el control horario de la alegría.

 No se trata solo de fiesta. Se trata de dignidad, de respeto por los tiempos y formas de vida de un mundo rural que aún resiste. Pero como bien dicen muchos, “nuestros pueblos se mueren... y ni la fiesta les dejan”.

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