La agricultura de regadío, clave contra los incendios: un estudio de Ferduero destaca su papel estratégico en la Cuenca del Duero

Ferduero resalta la función estratégica de la agricultura de regadío en la lucha contra el fuego.
Incendio en Castromil_2
photo_camera Incendio en Castromil_2

El verano de 2025 será  recordado como uno de los más devastadores en materia de incendios forestales en España, con más de 393.200 hectáreas afectadas, de las cuales más del 9% correspondieron a cultivos y terrenos agrícolas, según datos de EFFIS, el Sistema de Información de Incendios Forestales de la Comisión Europea. Las comunidades más afectadas fueron Galicia y Castilla y León, concentrando gran parte de los incendios en la cuenca hidrográfica del Duero, especialmente en provincias como Zamora, León, Ávila, Palencia y Ourense.

Entre los incendios más destacados figura el de Molezuelas (Zamora–León), que arrasó más de 40.000 hectáreas, convirtiéndose en uno de los mayores de la historia reciente. La destrucción afectó no solo a masas forestales, sino también a cultivos, pastizales y hasta explotaciones ganaderas, provocando graves repercusiones económicas y medioambientales, así como riesgos para la seguridad de la población.

La Asociación Ferduero ha presentado un estudio en el que se destaca el papel estratégico de la agricultura de regadío en la lucha contra los incendios forestales que han afectado gran parte del país, especialmente en la Cuenca del Duero. Según el informe, los cultivos regados no solo ayudan a frenar la propagación del fuego y facilitan las labores de extinción, sino que también contribuyen de manera activa a la prevención de futuros incendios, convirtiéndose en una herramienta clave para proteger el territorio y la actividad rural.

Entre las propuestas de mejora a futuro que proponen desde la Asociación, los expertos y autoridades destacan:

  1. Reconocer el regadío como servicio ecosistémico de prevención de incendios.

  2. Impulsar pagos por servicios ambientales a agricultores y regantes que contribuyan a la defensa del territorio.

  3. Promover cortafuegos productivos en zonas críticas, utilizando cultivos de regadío estratégicos.

  4. Modernizar los sistemas de riego con criterios de eficiencia hídrica y protección civil.

  5. Reforzar la colaboración transfronteriza en la cuenca del Duero, incluyendo Galicia y el norte de Portugal.

Este verano se ha evidenciado la vulnerabilidad de la cuenca del Duero, pero también ha demostrado que la agricultura de regadío puede convertirse en una herramienta estratégica para proteger el territorio, apoyar la extinción y favorecer la recuperación post-incendio, contribuyendo a un futuro más seguro y sostenible frente al cambio climático.

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