La Navidad en la comarca vuelve a mirar hacia Revellinos de Campos, donde cada diciembre cobra vida una de las tradiciones más queridas: el Belén artesanal que Luis León lleva creando desde hace 55 años. Más de medio siglo de constancia y dedicación han transformado esta obra en un auténtico símbolo para vecinos y visitantes, que acuden cada temporada con la misma pregunta: ¿qué habrá añadido este año?
Luis comenzó movido por la ilusión y por su pasión por lo manual. Lo que nació como un pequeño proyecto personal ha terminado por convertirse en una seña de identidad del municipio. Cada edición es diferente. Aunque mantiene la estética clásica —montañas de corcho, niveles, caminos de arena, figuras colocadas al milímetro, iluminación, agua, vegetación natural, movimiento y efectos—, el creador se esfuerza por introducir elementos nuevos y perfeccionar los ya existentes. Su objetivo es claro: que cada visitante descubra siempre algo especial.
En esta 55ª edición, Luis ha reorganizado la estructura para permitir una visión a distintos niveles, buscando que el público —sobre todo los más pequeños— se sienta parte de la escena. “La idea es que la gente lo vea más cerca, que pueda apreciar los detalles”, explica.
Uno de los elementos que más llaman la atención este año es la reconstrucción de caminos romanos, elaborados con barro y cantos seleccionados uno a uno, un proceso que ha requerido precisión, tiempo y mucha paciencia.
El montaje comienza cada 1 de noviembre, Día de Todos los Santos. Ese es el punto de partida de un trabajo que le ocupa entre 130 y 140 horas, dedicadas en solitario pero con entusiasmo. “Me gusta estar cuando viene la gente, ver cómo disfrutan”, asegura.
Su satisfacción no llega solo desde la mesa de trabajo: Luis acompaña a quienes se acercan a ver el Belén, les explica cómo está hecho cada rincón y comparte anécdotas mientras observa cómo niños y adultos descubren, con sorpresa, cada uno de los detalles que hacen única esta tradición.