viernes. 19.04.2024
Cabina telefónica en Fermoselle. Fotografía: Sara GS
Cabina telefónica en Fermoselle. Fotografía: Sara GS

Hace poco más de medio año que las cabinas telefónicas comenzaron inexorablemente su camino a la extinción. Aunque llevaban ya más de dos décadas en franca de cadencia, muchas de ellas sin uso, la normativa de la Ley de Comunicaciones excluye a Telefónica de mantener estas estructuras que han formado parte indispensable del mobiliario y de la vida de muchos ciudadanos. 

En Zamora apenas quedan unas cuantas, algunas de ellas sin teléfono y la mayoría sin servicio, al igual que ocurre con la única que se conserva en Fermoselle. Para salvarla de la extinción, las mujeres del pueblo llevan más de un mes inmersas en proyectos para resaltar el orgullo de mantener esta infraestructura en el punto neurálgico de la villa medieval dotándola de un nuevo servicio: la cultura. 

Y es que, si bien la cabina ya no se presta a hacer llamadas, sí lo hace como una especie de "mini biblioteca" al aire libre. Las mujeres del municipio, ya hace un mes cuando decidieron adornar la estructura de la cabina con adornos a base de ganchillo incluyeron un par de ejemplares de libros sobre la repisa en la que descansa el teléfono, a día de hoy inservible, pero que sigue resistiéndose a desaparecer. 

Una cabina que esta semana ha amanecido con estanterías en las que ya descansan más de una decena de ejemplares donados por vecinos del pueblo. La idea no es más que los "follacos" puedan recoger estos libros e, incluso, cambiarlos o añadir nuevos títulos de otras obras que duerman en su casa a la espera de que alguien las redescubra.

Todo vale con tal de conservar una cabina que es orgullo de los suyos y que aún continúa dando mucho de qué hablar gracias a su privilegiada ubicación junto a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. 

Mujeres de Fermoselle junto a la cabina telefónica que aún se conserva en el municipio. Fotografía: Sara GS
Mujeres de Fermoselle junto a la cabina telefónica que aún se conserva en el municipio. Fotografía: Sara GS

La cabina de Fermoselle alberga cultura a falta de conversaciones