viernes. 29.03.2024

Escenarios de Pasión: Soledad

Se fue el buen tiempo con los turistas, se fue el buen tiempo y nos dejó con ese frio tan zamorano. Se fueron los turistas y nos quedamos nosotros solo para acompañarte a ti, Soledad. Se fueron los que no querían estar, y también algunos que no podían y apretaron las manos muy fuerte en su viaje, para que supieras que ibas en su recuerdo. Nos quedamos los que nos pusimos en las aceras, haciendo fila, y tus Damas, esas que durante todo el año a ti te rezan, de ti se acuerdan y tú de ellas.

Zamora se quedó huérfana el Sábado Sánto, se quedo huérfana de tu hijo, de ese que enterramos el viernes por la tarde, de ese que tanto lloramos el viernes por la noche. Zamora se quedó huérfana de quienes tuvieron que hacer la maleta y dejar la ciudad, con lágrimas en los ojos, como todos los años, con el pesar de despedir a la familia hasta otra fiesta, hasta otra vez.

Zamora el Sábado Santo se quedó fría, le faltaba el calor de la gente, le falta el calor de tu gente, de esa que te había acompañado la mañana del viernes, de esa que te había rezado durante todo el jueves. Zamora el sábado se quedó en Soledad mientras tu pasabas desde San Juan con tus Damas, con esas mujeres en luto, penando contigo por todos sus familiares fallecidos, esos que nunca se olvidan, esos que siempre están cerca.

En Zamora el sábado llovieron lágrimas durante unos minutos, por el dolor tan grande que habíaen tu corazón, por el amor tan grande que había en tantos corazones. Llovieron lágrimas para que supieras que también ahí arriba te velan, Soledad, pero llovieron solo unas pocas, para que pudieras apaciguarnos a todos nosotros con tu serenidad.

En Zamora el Sábado Santo es para rezarte, nosotros, tus hijos, los que buscamos una esquina o una calle en silencio para, con mirada emocionada, contarte esas cosas que sólo se le dicen a una madre, para pedirte por todas esas personas que aún tenemos con nosotros, para pedirte por esas personas que como tú, hemos perdido en este valle de lágrimas. Y cuando te empiezas a ir, cuando nos vuelves a dejar huérfanos durante unos días, hasta que nos acerquemos a San Juan, a volver a rezarte en silencio, ahí, te damos las gracias por seguir siendo nuestra protectora, nuestra madre.

Y como el niño emocionado que ve por primera vez una procesión, te envíamos un beso desde el alma, desde el corazón, para apaciguar tu dolor, para atenuar el nuestro, para recordarte que todavía somos niños que no saben rezar.

Escenarios de Pasión: Soledad
Comentarios