Opinión

Fermoselle, el pueblo que tiene casas vacías y follacos sin vivienda, un cuartel sin guardias y apertura de 9 a 2 los miércoles

Hay algo profundamente simbólico —y tristemente habitual— en lo que ocurre en Fermoselle. Ya todo se puede hacer por internet, hasta las patrullas que tanto bien hicieron en pandemia y en años atrás cuando cuidar del entorno rural era lo idóneo.
cuartel fermoselle guardia civil
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Como hijo nieto y biznieto del benemérito cuerpo me atrevo a opiniar al haber vivido en un cuartel algún que otro año.

Un cuartel con 24 viviendas públicas, casi todas vacías, en un municipio donde cada año se apagan más luces. Un pueblo con historia, con vino, con piedra y con duende, que lleva años pidiendo lo mismo: servicios, atención, futuro.
Y lo hace a gritos, pancarta en mano, mientras desde los ministerios responden con silencio administrativo o burocracia de pasillo.

El alcalde, José Manuel Pilo, ha hecho lo que cualquier gestor con alma de pueblo haría: pedir que lo que ya existe, sirva para algo.
No exige construir un nuevo barrio ni levantar un complejo de lujo. Solo pide que las viviendas del cuartel de la Guardia Civil, hoy abandonadas o en infrauso, por mucho que se intente tapar, se conviertan en hogares reales, en oportunidades de vida para familias que quieran quedarse o volver.

Pero aquí llega la paradoja nacional: mientras en Madrid se debate sobre la vivienda digna y se redactan leyes de “cohesión territorial”, en Fermoselle —a 300 kilómetros de los titulares— las casas públicas se pudren vacías.
Los pueblos de frontera son los primeros en sufrir la desigualdad real: la del olvido, la del “ya veremos”, la de los proyectos que se anuncian y nunca se ejecutan.

Y mientras tanto, el cuartel que antes fue símbolo de presencia del Estado hoy es un decorado de piedra con las persianas bajadas. No hay efectivos suficientes, no hay vigilancia continua y, para colmo, las casas oficiales son fantasmas de un pasado con vida. Quizá Defensa no lo vea, pero en Fermoselle las balas que duelen son las de la inercia administrativa.

Y uno se pregunta:
¿no sería más útil invertir en rehabilitar esas viviendas que en tantos informes y estudios sobre la “España despoblada”?
¿No sería más coherente que el Estado habitara su propio patrimonio antes de dejarlo morir?

Fermoselle no pide caridad.
Pide coherencia.
Pide que cuando se hable de igualdad territorial, alguien mire hacia el oeste y recuerde que la raya no es el final del mapa, sino el principio de una deuda.

Porque en esa frontera, donde el Duero se retuerce entre cañones y silencio, todavía hay quien cree —aunque cada vez cueste más— que vivir en su pueblo no debería ser un acto heroico.

Y todo esto es trasladable a los cuarteles infrautilizados y que debido a las "necesidades" que tiene el estado, o a la mala cabeza, o a la falta de Guardias que seguro que es esta última la clave, Fermoselle tiene claro que pasa, 2.000 personas 250 kilómetros cuadrados y cobertura insuficiente para una raya y una comarca que necesita ver a los verdes en el día a día y no solo los miércoles de 9 a 2. 

A Monte la Reina le pasará otra de lo mismo, los militares vivirán en Valladolid, en Salamanca, alguno quizá en Zamora, o en Toro,  pero para ir al cuartel y volver a casa en menos de una hora de camino, será más fácil el coche. La Guardia Civil antes tenía que residir en el cuartel, ahora con la era de internet y los derechos...por supuesto todos y de todos, la cosa cambia. Viva honrada la Guardia Civil, y viva honrado el alma del entorno rural, ese que aún queda en la Zamora semi-vaciada.

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