sábado. 20.04.2024

Bonsai de vida y de Covid-19 desde los Valles a Zamora, el árbol de los cuidados agradecidos

Hace un par de semanas me llegó un bonsai a casa, un envío sin remitente puesto que a alguien se le olvidó poner la tarjeta donde se debía, pero así doble alegría al saber de dónde y porqué viene a mi despacho.

Un amigo de la zona de los Valles al que aún no conozco personalmente pero parece que hubieramos cenado ayer juntos me envía un bonsai en agradecimiento y para que no olvide nuestra amistad, hasta ahí todo casi normal, sino fuera porque tuvo que fallecer una tia suya y mi madre para al finar cruzar historias y vivencias y conocernos...que fatalidad.

Secundino en su casa con su madre que vive en su mismo edificio pero arriba y en aquellos momentos confinado y sin poder ir a atender a su tía a la residencia donde vivía, y yo en mi despacho recién salido del hospital con más secuelas y más cansancio que ganas de vivir conectamos desde el primer día en unas charlas cómplices de las que hacen que nunca más se olviden los llantos de un lado y de otro del móvil. La tía de Secun vivía en la residencia de los Álamos en Quiruelas de Vidriales aunque falleció en el Hospital Comarcal de Benavente 16 horas después de salir de la residencia donde le decían que todo estaba bien, que triste es mentir y aferrarse a falacias que al final no tienen sentido. Todo ello en los meses duros de la pandemia, aunque duros son los que también se avecinan.

Secun fue el que me mandó el bonsai, una especie de los que aquí espero que duren, porque tiempo para atenderlo mucho no tengo, no, pero cuando lo veo recuerdo tardes y noches de lloros de dos tios maduros que no pudimos más que escucharnos aún en la lejanía. 

Mi amigo de los valles había perdido a tres familiares en muy poco tiempo y yo a mi madre hacía poco más de 10 días. La conexión fue más que agradable y desde entonces no hemos perdido comba aunque complicado es con el poco tiempo que hay de uno y otro lado.

 

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