Zamora, escuela de Pasión

photo_camera Un momento de la reverencia entre el Nazareno y la Esperanza (fotos: Rafa Lorenzo)

Alumnos del Colegio Santísima Trinidad recrean la procesión de la Virgen de la Esperanza.

La Semana Santa se mama en la infancia, se vive de la mano de los mayores, cuando se hilvanan la fe y la tradición que acompañarán de por vida a los zamoranos. Pero la Semana Santa también es un nexo de unión con los amigos de la niñez, los que juegan juntos a las procesiones y ponen sobre sus hombros a Cristo y a su Madre con la misma seriedad, con la misma importancia y el mismo respeto que si fuesen adultos y estuviesen portando a las imágenes por las calles.

Ocurría ayer en el Colegio Santísima Trinidad, el Amor de Dios de Pinilla. Con el sol en todo lo alto como si fuese Jueves Santo culminaban días y meses de preparativos para que no faltase ni un detalle, para que los más pequeños viviesen una procesión ficticia que para muchos será su primera experiencia semanasantera, tan cercana a la ilusión que viven los niños que visten por primera vez sus hábitos de verdad.

Ellas como pequeñas damitas, tocadas con mantilla y peineta, de luto riguroso, con su vela y su tulipa y su medalla con cinta verde al cuello. Ellos bajo el caperuz blanco, con la capa verde esperanza ondeando al viento. Abrían el cortejo la Cruz Guía de plata y un pequeño Barandales anunciando día solemne y de procesión.

Y entonces la Virgen de la Esperanza y el Nazareno de San Frontis cruzaron un Duero imaginario a hombros de los niños haciéndose la reverencia de Madre a Hijo y de Hijo a Madre, mientras la música sonaba y los presentes no sabían si estaban en horas de colegio o cerca de Cabañales en la mañana del Jueves Santo, cuando todo es verde y la Virgen regresa a la Catedral después de despedir a su Hijo el Nazareno.

Hay quien dice que esto no es Semana Santa.Pero existe una Semana Santa más allá de los catecismos y de los templos, tan cerca de la fe del pueblo, de la que se aprende en casa, de la que te transmiten los padres, los profesores, la que alimentan los amigos, las vivencias. Y los alumnos del Colegio Santísima Trinidad ayer encendieron esa llama, esa pasión que mantiene viva la Pasión que sostiene el pueblo zamorano a través de los siglos.

Benditos sean ellos y quienes así se lo inculcan.

Galería de imágenes de Rafa Lorenzo

Comentarios