Este sábado, Zamora ha vivido una de sus citas más representativas con la celebración de la tradicional procesión de las vísperas del Corpus Christi, que ha partido a las 19:00 horas desde la iglesia de San Antolín. En esta edición, la jornada ha estado marcada por una confluencia de elementos que han hecho de la festividad un momento especialmente significativo, la coincidencia con la celebración de San Pedro y el regreso a las calles de una Tarasca restaurada, cargada de simbolismo y que acompañará a la Virgen de la Concha, junto con Tradimupo junto con sus gigantes.
La mítica figura procesional, obra del imaginero zamorano Ramón Álvarez, ha vuelto a desfilar por el casco histórico, convertida en uno de los grandes atractivos de la jornada. Su presencia no solo ha aportado ese aire festivo tan característico de esta cita, sino que ha tenido un significado especial, al enmarcarse en el programa del bicentenario del nacimiento del escultor, uno de los nombres más reconocidos del patrimonio artístico local. Tras un proceso reciente de restauración y consolidación, la Tarasca ha lucido con renovado esplendor.
El cortejo, seguido por numerosos fieles, visitantes y curiosos, ha avanzado hasta la iglesia de San Vicente, donde a las 19:45 horas se han rezarán las Vísperas, antes de dar paso a la Santa Misa, que ha tenido lugar a las 20:00 horas.
La jornada ha mezclado la devoción religiosa con el componente cultural y patrimonial, convirtiendo esta procesión en una cita doblemente emotiva, por la tradición viva del Corpus y por el homenaje implícito a la figura de Álvarez, cuya huella artística sigue presente en el corazón de la ciudad.
Zamora se ha volcado una vez más con una festividad que une fe, historia y comunidad, y que este año ha brillado con una luz especial.
