El Domingo de Ramos convirtió la Plaza Mayor de Zamora en un hervidero de gente. Miles de zamoranos se reunieron para celebrar el día con familiares y amigos, disfrutando de la animación y el ambiente festivo. Los bares y terrazas estaban llenos, y la plaza vibraba con risas y conversaciones. Era el reflejo de una tradición en la que la ciudad se viste de alegría.
Sin embargo, al caer la noche y con el cierre de los bares, la plaza comenzó a vaciarse rápidamente. Lo que antes era un espacio lleno de vida se transformó en una imagen con la basura como protagonista. Vasos, envases de plástico, bolsas y restos de comida cubrían el suelo.
Aunque esta situación no es nueva, sigue siendo motivo de queja. Cada año, tras las celebraciones, la Plaza Mayor se ve afectada por la acumulación de basura. Muchos zamoranos lamentan cómo uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad queda abandonado a su suerte, sin que parezca haber un cambio real.
El trabajo de limpieza comienza, pero la imagen final de la jornada siempre deja una sensación agridulce. La falta de respeto por los espacios públicos empaña la fiesta, invitando a reflexionar sobre la importancia de cuidar el entorno. La diversión no debe ir en detrimento del lugar que todos compartimos.
