Ha sido un lugar de risas. De ocio. De encuentros. De disfrute y de buena gastronomía. Un lugar al que acudir en Zamora para disfrutar con el paladar, pero tras décadas ofreciendo lo mejor a sus clientes, baja la trapa definitivamente.
El mítico bar Lobo deja un vacío en el corazón de muchos zamoranos. En 1957 abrió por primera vez; ha sido hogar de tradiciones, de reuniones de familias y amigos. De generaciones. Sin embargo, todo lo que empieza, termina.
La edad dorada llega para los dueños del establecimiento hostelero que bajan las persianas de su apuesta personal y laboral para disfrutar de un más que merecido descanso.

Conocidos por sus pinchos en la en la calle Puebla San Torcuato, se pone fin a un legado que comenzó una familia hace sesenta y seis años. Pero siempre quedará el legado de lo que fue. De los recuerdos. Y de ese olor a pincho moruno que hace la boca agua.