Gonzalo Sepúlveda y Ángel Sánchez desgranaron el día a dia del oficio en un coloquio del Foro Taurino.
Conocimiento, paciencia, dedicación, excelente manejo del caballo y, sobre todo, pasión por un oficio ancestral sobre el que se sustenta la historia de la tauromaquia como es la cría del toro bravo. Esas son las premisas que debe tener un mayoral, como coincidieron en señalar Gonzalo Sepúlveda, mayoral de Garcigrande, y Ángel Sánchez, mayoral de Sayalero, en un coloquio organizado por el Foro Taurino de Zamora.
La dureza del campo es también un privilegio para los amantes de la cría del toro bravo. Nadie como los mayorales conoce la historia del animal desde que es parido al mundo hasta que sale a la plaza. Gonzalo Sepúlveda y Ángel Sánchez desgranaron los secretos que entraña la dehesa, de un oficio ancestral sin horas y sin calendario, si prisas y sin concesiones.
Los dos jóvenes mayorales hablaron de su día a día: la revisión de los cercados, vacas, becerros y toros, la selección de sementales, la tienta, el manejo del ganado por el campo o los temidos saneamientos.
Temas controvertidos como el uso de las fundas -ambos se mostraron partidarios para evitar peleas y lesiones, aunque para un sector de la afición sea "manipulación"- o emociones íntimas que conocen y comparten, como es la de ver cómo regresa un toro a la dehesa tras ser indultado para ser curado de sus heridas, ocuparon también parte de un coloquio intenso y directo en el que los dos mayorales contaron sus vivencias.
Unas vivencias distintas también por el tipo de ganadería en la que trabajan, ya que Garcigrande es hoy día uno de los hierros preferidos de las figuras, con una camada grande y un prestigio reconocido que la llevarán a estar en 2015 de nuevo en las primeras plazas de Francia y España.
El hierro de Sayalero lucha por recuperar su lugar en los carteles de postín aunque sin prisa. Para su mayoral, Ángel Sánchez, quien se ocupa junto al representante, Bernardo Soto (hijo de Rafael de Paula) de la selección y la tienta, en su caso ahora mismo es prioritario encontrar sementales y conformar una ganadería que se ajuste a la morfología propia del encaste. "Nuestros toros tienen poco peso, no son grandes. Sé que no es el ideal de las plazas de primera, pero no me importa. Prefiero plazas menos importantes con un toro en tipo que se mueva y transmita lo que es la bravura. Ahora estamos buscando más cara".
Defendieron, además, la variedad de encastes para que no se pierda la riqueza que encierra el campo y destacaron los problemas que atraviesa ahora el sector, muy tocado por la crisis económica, en el que la cría de bravo queda reservada para soñadores y bohemios.
Ángel por vocación y tradición familiar, y Gonzalo por pura afición desde niño son mayorales de una ganadería de bravo. Herederos de una responsabilidad de la que depende en buena parte el comportamiento de un toro cuando sale por chiqueros. Son el eslabón entre el campo en la plaza, la juventud de un oficio viejo y a veces poco reconocido pero de suma importancia en el toro. Los aficionados pudieron disfrutar, de la mano de sus vivencias, de la magia y el misterio que encierra el campo.
El acto, que tuvo lugar en los salones del restaurante Sancho II-La Marina, contó con la presencia del diestro zamorano Alberto Durán y del banderillero Javier Gómez Pascual, además de representantes de asociaciones y peñas de toda la provincia y del concejal Ricardo Ferrero.