El II Premio Memoria de la Emigración Zamorana regresa tras dos años complicados para el área de Emigración de la Diputación de Zamora. El Covid ha impedido hasta el momento desarrollar las operaciones "Añoranza" o "Raíces" que permite traer a descendientes de emigrantes zamoranos a conocer su tierra y los familiares que aquí dejaron.
Casi dos años después, el área de Emigración trata de retomar la agenda con la presentación de este premio que cumple 10 años desde su primera edición. El secretario de la Fundación Científica Caja Rural, Feliciano Ferrero Freire, ha abogado por ir poco a poco recuperando la normalidad "y qué mejor que con una convocatoria de este tipo que supone un acicate importante de cara al reconocimiento de todas las personas que están fuera y que pueden expresar su vivencia y sus circunstancias en los destinos en los que se encuentran".
En este sentido, Feliciano ha confiado en que la participación sea numerosa y ponga "en apuros" al jurado, lo que será un síntoma del éxito de este premio. El premio cuenta con cuatro modalidades: relatos, colecciones de cartas, colecciones de fotografías y testimonios audiovisuales (bien sea películas o con un carácter más artesanal) que podrán presentarse hasta el próximo 15 de noviembre.
El sentido de este premio radica en el compromiso institucional por tratar de revertir la continua pérdida poblacional en la provincia con la puesta en marcha de una serie de iniciativas e incentivando la igualdad de oportunidades. El director de la Cátedra Población, Vinculación y Desarrollo del Centro de la UNED de Zamora, Juan Andrés Blanco, ha recordado que hay una importante población vinculada a Zamora que, desde mediados de los años 50 -cuando el censo poblacional de Zamora llegó a alcanzar las 316.000 personas censadas- han abandonando nuestras fronteras ante la falta de oportunidades con destino a América, Europa y sobre todo dentro de España.
Blanco ha llamado a incentiva esa vinculación con los numerosos grupos de emigrantes que siguen mostrando su vínculo con la tierra, como es el caso de la centenaria Colonia Zamorana en Cuba o el Centro Zamorano de Buenos Aires a partir de un primitivo Centro Sanabrés. A su vez, ha recordado que existen numerosas asociaciones dentro de nuestro país con décadas de funcionamiento y numerosas asociaciones en los pueblos que en buena medida las hacen emigrantes o hijos de emigrantes.
El director de la Cátedra Población, Vinculación y Desarrollo del Centro de la UNED de Zamora recordó con los tres tomos que completaron el I Premio Memoria de la Emigración Zamorana, cómo esa experiencia sirvió para relatar muchas de las situaciones que llegaron a los emigrantes a abandonar la tierra así como el poder del vínculo con la misma que, en muchos casos, han apostado por regresar o por crear asociaciones relacionadas con su localidad natal.