La ceremonia, que habitualmente se celebra el 2 de noviembre, se trasladó a este lunes debido a que la jornada coincidió con festivo dominical.
Presidió el acto el General de Brigada del Mando de Ingenieros de Salamanca, acompañado por mandos militares destinados en la provincia y representantes institucionales de Zamora. Junto a ellos participaron efectivos de la Guardia Civil, una sección del Mando de Ingenieros, y una unidad uniformada con trajes de época, aportando un componente de memoria histórica al conjunto de la ceremonia.
El homenaje incluyó la tradicional ofrenda floral ante el monolito dedicado a los caídos y la evocación de los militares fallecidos tanto en conflictos internacionales como en misiones de paz, así como aquellos que perdieron la vida en actos de servicio en territorio nacional. Las autoridades subrayaron la importancia de recordar tanto a quienes combatieron en escenarios históricos como a quienes trabajaron en labores humanitarias y de protección civil.
Como es tradición, se escuchó el solemne toque de oración, interpretado por la Banda de Música Militar de Salamanca, en uno de los momentos más emotivos del acto, invitando al recogimiento y al recuerdo colectivo. La ceremonia concluyó con una salva de honor, símbolo de respeto y reconocimiento hacia quienes defendieron los valores constitucionales y la seguridad de España.
Un acto con décadas de historia en Zamora
Este homenaje se celebra año tras año en Zamora dentro del marco del Día de Difuntos, siguiendo una costumbre arraigada en cuarteles y academias militares de toda España. La tradición de recordar a los caídos se remonta al siglo XIX y se consolidó durante el siglo XX con la profesionalización de las Fuerzas Armadas y la participación española en misiones internacionales. En San Atilano, esta ceremonia se ha convertido en una cita fija que une generaciones, cuerpos y sensibilidades distintas alrededor de un mismo concepto: memoria y gratitud.
Para muchos veteranos y familiares, asistir supone mantener viva la llama de quienes ya no pueden estar presentes, contribuyendo a preservar la historia militar de la provincia y el legado de quienes dieron su tiempo —y a veces su vida— para proteger a otros.
Un recuerdo que sigue vivo
Este homenaje anual subraya el compromiso de las instituciones zamoranas con la memoria y el reconocimiento a los militares que, en diferentes épocas y destinos, dedicaron su vida al servicio de la patria. Un acto sobrio y cargado de simbolismo que recuerda que el sacrificio, la disciplina y el deber son valores que trascendieron su tiempo.
En una sociedad en constante cambio, ceremonias como la de San Atilano permiten mirar hacia atrás para comprender el presente, reforzando el vínculo entre Fuerzas Armadas y ciudadanía. Porque, aunque sus nombres se pierdan en el mármol y las fechas se disuelvan en los calendarios, el gesto colectivo de recordar mantiene viva la memoria de quienes ya no están.