viernes. 19.04.2024
Imagen cedida a Zamora News

El pasado 2 de agosto se clausuró el 26º Curso Internacional de Técnica e Interpretación musical para Instrumentos de Viento y Cuerda de Zamora, donde se ha desarrollado el 13º Concurso de Música de Cámara. El motivo de este artículo no es evidenciar que el evento se ha convertido en uno de los decanos de este país por sus numerosas ediciones ininterrumpidas y la calidad de los resultados alcanzados año a año, sino porque ha sido capaz de elevar sus resultados tanto en cantidad como en calidad en un contexto en el que la amenaza del Covid-19 ponía en peligro su continuidad.

Durante ocho días (26 julio a 2 agosto), se ha llevado a cabo una estrecha convivencia entre una población de más de 100 personas venidas de todos los puntos de España, que han desarrollado un intenso programa de actividades musicales de formación, preparación de obras de música de cámara para el concurso, y llevado a cabo tres magníficos conciertos que el público con entrada libre pudo disfrutar en los Jardines del Hotel Rey Don Sancho. Hasta aquí nada que sea distinto a lo que podríamos calificar de cotidiano en las ediciones del curso. La gran novedad es, que a ocho días de la conclusión del acontecimiento podemos decir que, no existe contagio alguno y que todas las personas participantes se encuentran a salvo.

Es una extraordinaria noticia que no ha sido fruto de la casualidad. La dirección del curso hizo una gran apuesta, que dicho de paso, a muchos les pareció osada o temeraria, sin embargo, todas las dudas iniciales que se pudieran suscitar quedaban despejadas cuando se conocía el protocolo de salud activado y supervisado por personal sanitario. El curso contó con un hotel exclusivo para la actividad en el que cada persona tuvo su habitación individual, los espacios para clases y estudio necesarios, los productos de desinfección y mascarillas en todos los rincones, y capacidad de mantener las distancias de seguridad tanto en las clases como en los conciertos y entre el público. Cada persona pasaba cuatro test de temperatura corporal al día, las visitas de personal externo quedaron restringidas, y los momentos de ocio contaban con actividades en las que la creatividad se ponía al servicio de la salud para una población de entre 10 y 77 años de edad. El éxito en esta empresa no podría haberse dado sin la predisposición de las personas participantes a respetar las normas, pero tampoco hubiera sido posible sin la autodisciplina, control y capacidad de sacrificio que adquieren las personal que se dedican a la música. Podemos decir que la música es para las personas mucho más que "el arte de bien combinar los sonidos y el tiempo" –H. Eslava–.

En unos tiempos en los que la preocupación se centra en establecer los protocolos que permitan retomar la actividad educativa de forma presencial garantizando la salud de todos, encontramos una experiencia de primera magnitud que muestra que el reto es posible. Esta prueba se ha generado de la mano de José Miguel Martín García –profesor zamorano de trompeta en el Conservatorio de la ciudad desde hace más de 20 años-, persona que muestra al profesorado y alumnado año tras año que la mejora y evolución constante es posible mientras haya predisposición a vencer los obstáculos necesarios. En este curso ha enseñado a propios y extraños que, lo que podría parecer una temeridad u osadía se convierte en profesionalidad de alto nivel cuando se hace un trabajo exhaustivo de planificación y se aplican los protocolos diseñados por los expertos en sanidad con rigor inflexible.

Este curso ha sido un éxito que se ha dado en Zamora, desarrollado por zamoranos, y es una aportación que debería tenerse en cuenta en el diseño de las actividades académicas futuras que garanticen la salud y la vuelta a la tan ansiada "nueva normalidad", que nos permita recobrar la libertad y tranquilidad perdida. Volver cada año a Zamora es un honor y un placer que recomiendo.

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