Los seminarios mayores de la región del Duero y de La Rioja han concluido su tercer encuentro con una eucaristía presidida por Fernando Valera, obispo de Zamora, en la S.I. Catedral.
Las jornadas han discurrido en el Seminario San Atilano donde varias ponencias han centrado la reflexión de los asistentes, pero junto a la reflexión también la oración y el ocio han sido ejes fundamentales de estos tres dias.
El obispo de Zamora celebró hoy domingo la eucaristía en la S. I. Catedral centrando su mensaje en torno a la cita evangélica “¡El que quiera venir conmigo que se niegue a sí mismo, cargue con su cruz y me siga!”. Fernando Valera pidió a los seminaristas que no se amoldasen a los valores de este mundo, sino que presenten una hoja de ruta y un estilo alternativos en los que se ponga por encima de todo la voluntad de Dios, que siempre tiene que ver con lo bueno y lo perfecto.
Insistió Monseñor Valera en que lo esencial es el Señor, dejarse seducir por él y configurarse por su amor que “da ojos nuevos” porque la vida de Jesús “extasía los ojos” y transforma por dentro.
El obispo invitó a los presentes a mirar directamente a la cruz donde se encuentra el misterio del amor y la razón del servicio a los demás. Citando al papa Francisco, el prelado afirmó que sin la cruz de Cristo “nos volvemos mundanos” y nos olvidamos de las periferias del sufrimiento. Todo esto obliga a quienes quieren ser ministros de la Iglesia a “discernir lo que el Espíritu te dice hoy en tu Seminario, en tu Parroquia, en tu familia”. Sería, dijo el obispo, “una tarea apasionante para este curso a la luz de la Palabra, contactar con la Carne de Jesús, su cuerpo eucarístico que prepara nuestros ojos para ver con el corazón de nuestro Señor. Es una dinámica que transforma los ojos, la Palabra que trabaja por dentro, la Eucaristía que configura con Cristo: la realidad cotidiana, el compañero, el formador…. Que se contempla desde el interior transfigurado”.
Terminó su homilia deseando a los seminaristas de la Región del Duero y de La Rioja que este nuevo curso les colmase de gracia y que dejasen actuar al Espíritu Santo en cada uno de ellos porque “el que pierda su vida por mí, la ganará”.
Los seminaristas concluyen este tercer encuentro con una comida fraternal y un trabajo por grupos en el que se subrayarán los acentos fundamentales de estos días de reflexión y convivencia. Una buena manera de iniciar el nuevo curso universitario que se pone en marcha en estos próximos días.