Con más de 18.000 conexiones en sus dos años de vida, el Chat de la Esperanza se ha abierto como una vía de escucha a los jóvenes aprovechando un soporte más cercano a sus preferencias.
Un chat que nació al albor de la detección de un vacío entre los usuarios menores de 35 años cuyas llamadas apenas llegaban al Teléfono de la Esperanza. Un medio más alejado de los jóvenes y que llevó a la Asociación Internacional Teléfono de la Esperanza a apostar por un medio más diario y cercano y que ha sido merecedor del premio Fundos al Mejor Proyecto Innovador Privado. "Es solo un paso más para innovar y adaptarnos a los nuevos tiempos".
"La inmediatez y el anonimato es, sin duda, lo que más parece animar", aseguran Ana Agúndez, presidenta del Centro de León, y Aurelia González, presidenta segunda nacional y directora del Chat de la Esperanza. A ello se suma su mayor accesibilidad en el caso de las personas con problemas auditivos o sensoriales para quienes la intervención telefónica -con más de medio siglo de historia- es inviable.
De 18.00 a 24 horas, un grupo de voluntarios se sitúan al otro lado de la pantalla para dar repuesta a los usuarios dominados, sobre todo, por la incertidumbre ante el futuro. Entre las situaciones más atendidas están las crisis de ansiedad, problemas de soledad pero también intentos de suicidio en los que el Chat actúa en coordinación con el 1-1-2.
La labor implica la adaptación de los voluntarios telefónicos se someten a una formación muy específica, consistente en dos cursos de desarrollo personal, intervención en crisis y que se suman, en el caso de la atención por el chat, un curso de soporte escrito.
