Las monjas benedictinas del Monasterio de La Ascensión de Zamora han comunicado oficialmente su próxima marcha de la ciudad, tras más de 60 años de vida contemplativa, oración y trabajo ininterrumpido en la diócesis. La decisión se enmarca dentro de un proceso de discernimiento iniciado hace más de un año por las comunidades de San Pelayo de Oviedo, San Salvador de Palacios de Benaver (Burgos), la propia comunidad zamorana y la casa dependiente de Santa Escolástica en San José de Costa Rica.
Según el comunicado conjunto emitido por las comunidades benedictinas, se inicia ahora una nueva etapa que culminará con la unificación en una única comunidad en el Monasterio de San Pelayo de Oviedo. El objetivo es afrontar con esperanza los desafíos actuales, entre ellos la fragilidad derivada de la escasez de vocaciones, y asegurar el cuidado personal y espiritual de cada hermana.
A pesar de lo complejo del proceso, las religiosas han afirmado que tanto la imprenta como la editorial Monte Casino continuarán funcionando con normalidad durante el periodo de transición.
El Obispado de Zamora, por su parte, ha expresado públicamente su profundo agradecimiento y pesar ante esta marcha. En un emotivo comunicado, recuerda la llegada de las benedictinas en 1961 desde el monasterio de Sahagún de Campos (León) y el valioso testimonio de vida contemplativa que han ofrecido durante más de seis décadas, en silencio, oración, trabajo y fraternidad.
“Nos duele su marcha porque han sido alma orante de nuestra diócesis”, ha afirmado el obispo de Zamora, Monseñor Fernando Valera, destacando que su vida monástica ha sido una fuente constante de intercesión y un ejemplo de fidelidad al carisma benedictino.
Desde la comunidad zamorana se reitera el deseo de seguir ofreciendo este carisma con alegría allí donde sean llamadas. “Queremos ser testimonio vivo de la alegría del Evangelio”, han manifestado las hermanas, reafirmando su compromiso con la Regla de San Benito: “Que en todas las cosas sea Dios glorificado” (RB 57,9).