Zamoranos en Madrid | "La gente que ha regresado a Zamora es una inconsciente"

photo_camera Álvaro López y Azahara Marcos, dos zamoranos en Madrid durante la cuarentena | Foto cedida a Zamora News

En los últimos años el éxodo a Madrid ha sido una constante desde cualquier punto del país. Los jóvenes zamoranos no han sido menos, y muchos de ellos se encuentran ahora en Madrid, principal foco de contagio del Covid-19, encerrados por la cuarentena. Hablamos con Álvaro y Azahara, dos jóvenes zamoranos que nos relatan cómo están viviendo la crisis del coronavirus en primera persona. Mientras que muchos de sus coetáneos cogieron las maletas y salieron de la capital desoyendo las recomendaciones de las administraciones en un inmenso alarde de irresponsabilidad y egoísmo, ellos aguantaron el tipo, asumieron las consecuencias y cumplen diligentemente con sus obligaciones como ciudadanos.

Azahara Marcos (27 años, trabajadora en el servicio de recursos humanos de una importante multinacional) y Álvaro López (28 años, traductor) son una pareja zamorana que se trasladó a la capital del reino hace ahora dos años y medio. Su periplo por el mercado laboral de la ciudad fue complicado, como el de casi todos los jóvenes que emigran a Madrid, pero tras una etapa ajustándose el cinturón y trabajando mucho han encontrado sendos puestos de trabajo que les permiten mirar al futuro sin tantas estrecheces.

Adaptándose al teletrabajo

Álvaro lleva teletrabajando desde mediados de esta semana, su labor como traductor hace que “con Internet y un par de herramientas más como diccionarios o ciertos programas específicos” pueda desarrollar su labor prácticamente igual que en su oficina.

El caso de Azahara es diferente. Ella ha sido una de las más perjudicadas, a nivel profesional, con la crisis del Covid-19. Su labor en el departamento de recurso humanos de una empresa con centenares de trabajadores solo en Madrid le ha obligado a tener que hacer un esfuerzo extra para poder cubrir las necesidades en forma de bajas, anulación de contratos de prácticas y coordinación del teletrabajo. Hasta este viernes se ha visto obligada a asistir presencialmente a su puesto de trabajo, algo que la propia zamorana reconoce que ha sido “un foco de críticas para la empresa”, pero que, sin embargo, considera “indispensable” para que “en un futuro, una vez que todo esto pase, todos los compañeros puedan mantener su puesto de trabajo”.

Esta cuestión, la económica, cómo puede afectar el coronavirus a la situación laboral del país, es un tema que preocupa y mucho a ambos zamoranos: “Ante todo estamos preocupados por la emergencia sanitaria que está golpeando al país, estamos viendo cómo los contagios y las muertes se suceden con mucha rapidez, algo por lo que es imposible no sentirte implicado y afectado; pero también tememos que a la crisis de salud la siga una económica que derive en una cantidad ingente de despidos”.

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Escritorio donde teletrabaja Álvaro López | Foto cedida a Zamora News

“QUEDADA” EN EL PIRULO

En lo relativo al día a día, tanto Álvaro como Azahara afirman llevarlo bien “por el momento”. Ambos se definen como “bastante ermitaños”, por lo que el encierro todavía no les pesa en exceso, pero también es cierto que han activado su particular “protocolo contra el coronavirus” para no aburrirse durante estos 15 días de cuarentena: “Hemos establecido un horario para poder sincronizarnos a la hora de trabajar, descansar o hacer un poco de ejercicio”, explica Álvaro.

Entre las alternativas de ocio pensadas por los zamoranos se encuentran los juegos de mesa, videojuegos, esos libros que duermen el sueño de los justos en las estanterías y hasta limpiar los armarios de la cocina. Esta opción, escuchada a través del altavoz del móvil por el que escribe, no ha sido especialmente bien recibida por una de las dos partes de esta pareja de zamoranos, pero, bueno, 15 días dan para mucho.

Asimismo, el entretenimiento no se circunscribe solo a ellos dos. Por ejemplo, Azahara queda todos los días con su grupo habitual de amigas (también en su mayoría de origen zamorano) para tomar un café en el Pirulo. Sí, en el Pirulo. Esta el nombre que el grupillo le ha dado a Skype, en clara alusión a aquellas tardes de la adolescencia.

Los zamoranos de Madrid que se vuelven a casa son unos ***

Sobre la actitud que han adoptado muchos de sus coetáneos zamoranos, cogiendo las maletas y regresando a Zamora, Azahara y Álvaro son muy claros: “Son unos inconscientes y unos irresponsables” (si bien es cierto que puede que estos no fueran los primeros epítetos que le regalaron a sus paisanos).

“Nosotros no estamos especialmente preocupados por contagiarnos, sabemos que por nuestra estad, salud y estilo de vida no somos un grupo de riesgo. Entendemos que si enfermamos seguramente tendremos que pasar el coronavirus en casa para no colapsar la Sanidad. Ahora bien, lo que de ninguna manera entendemos es que haya zamoranos -chavales universitarios y conocidos con casi 30 años- que no presten atención a las recomendaciones del Gobierno y decidan ir Zamora, conocedores de la cantidad de personas mayores que hay”, explica muy molesta Azahara. “Sobre todo estamos preocupados por ser nosotros los que contagiemos, no tanto por contagiarnos. Todos pensamos en nuestros mayores; yo mismo tuve que abroncar a una conocida que quería regresar a Zamora este pasado viernes”, abunda Álvaro.

En lo que respecta a la psicosis local, la de Madrid, ambos coinciden en señalar lo surrealista de lo ocurrido en los supermercados: “Hemos visto colas increíbles, nosotros estos días atrás hemos ido a comprar como habitualmente hacemos. Se ha desatado la psicosis”.

“El Gobierno nos ha dejado huérfanos”

La crítica a la actuación del Gobierno es otro de los puntos en los que coinciden los jóvenes zamoranos. Ninguno de ellos entiende “la lentitud en la toma de decisiones del Gobierno”. De hecho, afirman haberse sentido “huérfanos” de la protección gubernamental y aplauden, aunque tampoco sin llegar a la loa, que haya sido la Comunidad de Madrid quien haya tomado las riendas de la crisis “cerrando colegios” y adoptando las primeras medidas en la capital.

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