El croissant es un clásico de la panadería mundial, presente en desayunos y meriendas de millones de personas. Su característico sabor y textura lo han convertido en un imprescindible en cafeterías y hogares. Sin embargo, aunque su nombre y fama están estrechamente ligados a Francia, sus orígenes nos llevan a otro país europeo.
El nacimiento de este delicioso bollo se remonta a Austria, donde surgió inspirado por un evento histórico. Aunque el término "croissant" proviene del francés y significa "creciente", en referencia a su forma de media luna, la historia de su creación es mucho más antigua y curiosa.
Con el paso del tiempo, el croissant fue adoptado por la gastronomía francesa, donde evolucionó hasta convertirse en el icónico hojaldre que conocemos hoy en día. Existen diferentes variedades, desde el clásico croissant de mantequilla hasta versiones rellenas de chocolate, almendras o incluso ingredientes salados.