Beber agua fría puede no ser la solución ideal para saciar tu sed, especialmente en épocas de calor. Aunque es tentador beber una botella de agua helada al sentir sed, este gesto puede no ser tan efectivo para hidratarte como podrías pensar.
En realidad, la temperatura del agua que consumes influye en su capacidad para hidratarte. Cuando te expones al calor y sudas, tu cuerpo intenta enfriarse mediante la sudoración. Si bebes agua fría, tu organismo puede interpretar esto como una señal para liberar más sudor con el fin de regular la temperatura, en lugar de reponer los líquidos perdidos. Como resultado, podrías terminar sudando más y sintiendo más sed.
A diferencia del agua fría, el agua a temperatura ambiente puede ser más efectiva para reponer líquidos. Esto es porque el agua fría puede retrasar el vaciado gástrico y hacer que el cuerpo se enfoque en ajustar la temperatura interna en lugar de rehidratarse rápidamente. Por lo tanto, beber agua a una temperatura más tibia, alrededor de 15 a 20 grados Celsius, podría ser más beneficioso para hidratar tu cuerpo de manera más eficiente.
Para mantener una adecuada hidratación, se recomienda consumir aproximadamente ocho vasos de agua al día, aunque esta cantidad puede variar según factores como el peso corporal, el ejercicio realizado o el estado de salud. En general, se sugiere que los hombres beban alrededor de tres litros y medio de agua al día, y las mujeres, dos litros y medio. Especialmente durante el verano o en condiciones de alta temperatura, el agua sigue siendo la mejor opción para mantener el equilibrio de líquidos en el cuerpo, por encima de otras bebidas como jugos, refrescos o cervezas.
