En nuestro medio nos implicamos como siempre, hicimos jornadas maratonianas y no descansamos apenas en estos 17 días de desgracia de fuego a fuego en los puntos que se han producido a lo largo de la provincia.
El fuego sigue ahí
Los Reyes de España han visitado Porto, en pleno corazón de Sanabria, para conocer la situación del incendio que amenaza desde hace días a la sierra. Felipe VI y doña Letizia, como en cada desgracia, se mostraron cercanos y conmovidos, escuchando a los vecinos y reconociendo el esfuerzo de quienes se juegan la vida frente a las llamas.
El gesto, simbólicamente importante, deja sin embargo una pregunta en el aire: ¿y ahora qué?
El fuego no está extinguido. Aunque la alerta pueda rebajarse en breve, en zonas como el cañón del Tera solo la lluvia o los medios aéreos podrán sofocar las llamas.
Promesas que se repiten, errores que vuelven
Tras los grandes incendios de 2022 se anunciaron planes especiales, más medios y nuevas contingencias. La realidad es otra: hoy seguimos contando en Castilla y León el territorio autonómico más grande de España, con apenas 22 helicópteros y un avión para toda la Comunicad Autónoma. Ni siquiera la UME ha podido frenar en solitario un fuego de sexta generación que avanza sin control, porque la UME son como los comodines, ellos siempre son a lo primero que se agarran las comunidades autónomas antes de pedir otro apoyo mayor al estado. Y no entraremos en eso del nivel 3 o de como se hace o se pide, porque las emergencias nacionales no son las autonomías las que las tienen que declarar sino el estado, pero el todos a una parece que se pierde en el eco de los egos.
La hemeroteca es clara: los compromisos se olvidan tan rápido como se apagan los focos mediáticos. España tiene hoy más superficie arbolada que nunca, pero sin gestión forestal, sin ganaderos y agricultores que mantengan vivo el campo, los montes se convierten en una bomba de relojería.
El pueblo salva al pueblo (sin populismos)
En los pueblos de Zamora, cuando “tocan a fuego”, no hay colores políticos o antes era así aunque hemos visto en alguna que otra población que no importa que se queme el monte porque las fiestas son lo primero, y eso duele a los que llegamos a cierta edad y podemos consentir y tolerar, pero hay algo que se llama memoria y fallecidos, que solo por respeto tendríamos que hacérnoslo mirar. Los vecinos se ayudan con cubos, tractores y lo que haga falta para salvar casas, animales y sustento. Mientras tanto, las instituciones convierten cada incendio en arma arrojadiza. La foto de rigor, la declaración solemne y después, silencio o una bulla incalculable cuando no hay escondidos de por medio.
La comparación resulta inevitable: ¿qué pasaría si ardiera el Parlamento? ¿Se vería a diputados con mangueras defendiendo su escaño, como hacen aquí los vecinos con sus casas? ¿O discutirían sobre competencias mientras las llamas devoran el hemiciclo?
Solidaridad real, más allá de los discursos
Frente a la parálisis política, la sociedad civil vuelve a dar ejemplo. Llegan palas, guantes y mascarillas desde Onteniente, camiones de paja y forraje desde Valencia, material y ayuda de todos los rincones del país y personas de todas las comunidades, además de europeos que también nos han dado lecciones de trabajar cumplir y callar por mucho descontrol que haya. Nadie pregunta a quién vota el que ayuda: simplemente se colabora.
Sanabria se emociona una vez más gracias a esa solidaridad desinteresada, mientras la clase política continúa instalada en la confrontación algo intolerable y ruín. Los alcaldes, los de más cerca se han batido de nuevo con el fuego, han estado al frente de sus vecinos y sus caras reflejan la preocupación, de Luis, de Antonio, de la señora María o de los hijos que no podían ir a buscar a sus padres porque estaban confinados o simplemente no quisieron dejar solas sus casas y sus animales.
La lección de Porto
El incendio de Porto no puede quedar solo como otra página negra en la historia de Zamora. Una página que deja al Lago en su Parque Natural con más de 22.365 hectáreas quemado en un porcentaje superior al 70%. Debería ser un punto de inflexión, una llamada a la responsabilidad de quienes gestionan recursos y diseñan planes de prevención.
Defender el territorio es tarea de todos, pero sobre todo del Estado que pagamos entre todos. Sanabria y Zamora vuelven a demostrar solidaridad y resistencia. La gran incógnita es si, esta vez, los políticos estarán a la altura.
Juzguen ustedes, nosotros tras 17 días de fuego lo tenemos claro, porque hemos vivido las situaciones y hemos dejado a un lado la profesión cuando ha hecho falta, ya fuera para coger un batefuegos o llevar agua o comida a los que lo necesitaban, porque la primera línea sin la intendencia, poco dura. Nuestra mano era poca, y en los pueblos saben que un periodista muchas veces estorba hasta que piden ayuda, pero antes que periodistas somos personas y las necesidades siempre están por delante. Informar también es apagar a veces fuegos, porque desde otro lugar los avisos corren como el viento, y la verdad solo tiene un camino, la objetividad otro, el de la imagen, la hemeroteca y el sentido común.