Castromil tiene ya las llamas prácticamente en la puerta mientras el viento, cambiante y traicionero, impulsa un incendio que avanza con una virulencia incontrolable. El frente principal se abre paso hacia la izquierda del núcleo, con Villanueva de la Sierra en el punto de mira y Pías en el centro de la lengua de fuego.
La amenaza no solo es para los pueblos. La A-52, varias gasolineras, aerogeneradores, la línea de Alta Velocidad, la base de mantenimiento de ADIF y otras infraestructuras estratégicas podrían verse afectadas en las próximas horas si el viento, ahora con dirección sur-sureste, no cambia. Los valles de A Canda y Porto también están en riesgo.

Un frente de 20 kilómetros
Esta mañana, la medición confirmaba lo que los vecinos ya temían: el frente activo supera los 20 kilómetros de longitud. La orografía escarpada y la proximidad a zonas habitadas hacen que la situación sea de una complejidad extrema. En tierra, las brigadas apenas pueden intervenir; la estrategia se centra ahora en el trabajo de hidroaviones y helicópteros, los únicos capaces de operar en la zona con eficacia inmediata.
Un combate desigual
Las próximas horas serán decisivas. El fuego no da tregua, las temperaturas siguen siendo elevadas y la dirección del viento podría arrastrar las llamas hacia nuevas localidades en cuestión de minutos. La prioridad es salvar vidas y proteger las infraestructuras críticas, mientras la provincia entera contiene la respiración.
En Sanabria, el fuego no solo arrasa montes: amenaza hogares, corta carreteras y pone en jaque a toda una comarca que mira al cielo, esperando que el viento cambie y la ayuda aérea llegue a tiempo.