Los últimos sonidos de la Semana Santa siguen resonando siete días después. Ya sin las túnicas de terciopelo negro, pero de nuevo pendientes del cielo, los cargadores de los pasos procesionales de la Real Cofradía del Santo Entierro volvían a la nave de San Esteban para efectuar el último traslado de la que ha sido la segunda Pasión marcada por la ausencia del Museo.
A las 10.30 horas un buen número de zamoranos y fieles se congregaban a las puertas de la nave construida anexa al templo por la Junta Pro para asistir al traslado de los pasos a sus ubicaciones habituales en San Andrés, la Panera y la Catedral. Una oportunidad para volver a revivir los momentos de una Semana Santa más corta de lo habitual y deslucida por la lluvia y el viento.
El broche de oro coincide una semana después de la última suspensión que obligaba a la Cofradía de la Santísima Resurrección a prescindir de su procesión camino del ansiado encuentro en una Plaza Mayor que hoy si, ha vivido una estampa diferente, con los zamoranos apostados para disfrutar de nuevas imágenes para el recuerdo.
Un traslado marcado también por los sucesos y que ha dejado una lipotimia al paso del último grupo escultórico en la confluencia de San Torcuato con Sagasta así como en la Rúa de los Notarios.
Allí el paso de Longinos ha tenido que esperar a la llegada de los operarios municipales para que aseguraran uno de los faroles anclados al edificio que se desprendió al paso de La Conversión del Centurión. Un incidente que no ha provocado por fortuna ningún daño adicional ni de carácter personal ni material.
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