La pasada jornada fue un Lunes Santo para el recuerdo y para la historia. La Hermandad Penitencial del Santísimo Cristo de la Buena Muerte decidió no arriesgar ante la adversidad climatológica, y acertó, a pesar del dolor de los zamoranos.
Hoy el de la Buena Muerte retornará a su espacio el de la parte derecha del cabecero de la Iglesia de San Vicente, un lugar en el que a sus pies se enumeran los nombres de los hermanos fallecidos de esta cofradía que ayer no pudo procesionar por tercer año consecutivo.
Una imagen sobria austera y sencilla cargada de sentimiento y pasión de amor y luz tras una intervención en su talla que ayer pudo tener un mal final y haber destrozado todo el trabajo realizado por su restauradora y su equipo. Hoy por la mañana hemos podido rezar junto a él, en cercanía y con toda la solemnidad que da el silencio de una iglesia vacía pero llena de esperanza. Ayer muchos lloramos la no salida de este emblema de la Semana Santa de Zamora, lloramos cantando por dentro el Jerusalem, pero también reconocimos que no es toda el ansia de ver a Cristo en la calle esta especialísima talla de un Jesús que anuncia que la Muerte es también buena porque libera en muchos casos y muestra la otra parte de la creencia cristiana de la Resurrección. A todos los Hermanos de la Buena Muerte nuestro respeto cariño y apoyo tras este nuevo año sin poder procesionar junto al Cristo de todos los zamoranos que le tienen como signo de identidad y de amor hacia su fe.
