En una noche de angustia marcada por el dolor de Nuestra Madre sosteniendo en su regazo el cuerpo ya sin vida de Cristo muerto en la cruz, la imagen titular que procesiona cada Viernes Santo sale este año arropada por una nueva composición. Una obra que, si bien llega bajo el sello charro, mantiene un fuerte y doble vínculo con la tierra que le ha dado la oportunidad de estrenar su primera marcha fúnebre en exclusiva.
Bajo el título de “Cruz Castellana”, esta marcha homenajea a la más pura tradición castellana. En una Semana Santa en la que nombres como los de David Rivas Domínguez o Pedro Hernández Garriga se funden con los clásicos como el también zamorano Antonio Pedrero o el valenciano Carlos Cerveró, el joven salmantino Sergio Manuel García ha querido seguir esa estela para poner de manifiesto el rico y variado repertorio de una Pasión zamorana capaz de brindar melodías inconfundibles al oído de cualquier zamorano que se precie.
Con el compositor toresano como mentor la vocación era sólo cuestión de tiempo. “Siempre he estudiado percusión, pero me he sentido muy atraído por el mundo de la composición”. Así comenzó este joven estudiante del Grado Superior de Música de Salamanca y desde hace año y medio director de la banda de música de Villamayor a tantear sus primeras obras -en su mente consideradas como meros experimentos compositivos- aprovechando el impasse impuesto por el confinamiento del Covid.
La temática estaba clara: “Como buen salmantino que soy no podía ser con otra cosa que con una marcha de Semana Santa”. Un tiempo en el que la habitación de ese por entonces adolescente comenzó a sembrar los frutos que hoy recoge cuatro años después de la mano de la banda de música de la Real Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias.

Fue su relación con el zamorano y director de la agrupación, Víctor Argüello, la que le abrió las puertas para que “Cruz Castellana” viera la luz en exclusiva en la provincia. Una melodía que ya no suena ajena al repertorio de los músicos y de los sayagueses que asistieron a inicio de mes a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Bermillo y que esta noche volverá a sonar por el casco histórico de Zamora.
A falta de los preparativos para que la obra se incorpore al repertorio fúnebre salmantino, ha sido su vecina la que le ha brindado una acogida abrumadora. “Cómo se nota el gen zamorano de saber cuidar su patrimonio y de apreciar lo único”.
La composición juega con el empleo de principio a fin del recurso al estilo del motivo Bach, dibujando una cruz en la partitura trazando una línea entre sus notas. Este motivo se repite en cuatro ocasiones a lo largo de una partitura en la que se va eliminando progresivamente un adorno hasta dar la cruz completamente desnuda. Todo ello en una búsqueda constante de la esencia castellana desnuda de cualquier tipo de ornamento o floritura. Son sólo algunos de los detalles de una obra en la que hasta el título adquiere sentido pleno.
